Lo mismo sucederá el día en que el Hijo del hombre se manifieste.
Jesús continúa hablando del «día del Hijo del
hombre», esto es, de su última venida. De ese día se acentúa
un aspecto relevante: ese «juicio» tendrá como rasgo singular
lo sorpresivo. Jesús evoca dos acontecimientos: el diluvio en
tiempos de Noé y la destrucción de Sodoma en tiempos de Lot.
Como entonces, también ahora muchos viven alejados de Dios
y absortos en las realidades temporales. Ante esto, lo único
que importa es estar preparados para un futuro incierto, como
nos lo tratan de inculcar las muy aleccionadoras parábolas de
la «vigilancia».