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Habrá alegría en el cielo por un solo pecador que se arrepiente.
Nuestra Madre la Iglesia quiere recordarnos
el gran amor que nuestro Padre del cielo tiene para con
cada uno de nosotros que muchas veces –al pecar– nos
hemos ido tras nuestros ídolos… En la persona de Cristo, Él siempre nos busca, siempre nos espera y no se cansa
de ofrecernos su paz y su perdón. ¡Vengamos ahora,
con gozo, a participar del banquete que nos restituye la
dignidad de hijos muy amados
XXIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO