Estamos reunidos en la presencia de nuestro Padre Dios para alabarlo, para bendecirlo y para darle gracias. Él está con nosotros, siempre dispuesto a atender nuestras súplicas… Con la Iglesia entera y, con los discípulos de todos los tiempos, venimos a decirle: «Señor, enséñanos a orar». ¡Pidamos, busquemos y llamemos, seguros de que el Señor nos dará –junto con su Santo Espíritu– lo que más nos conviene!
"En la Iglesia tenemos urgente necesidad de una comunicación que inflame los corazones, sea bálsamo en las heridas e ilumine el camino de nuestros hermanos y hermanas"