Santiago el Mayor se nos presenta como ejemplo elocuente de adhesión generosa a Cristo. Él –que al inicio había pedido, a través de su madre, sentarse con su hermano junto al Maestro en su Reino– fue precisamente el primero en beber el cáliz de la pasión y en compartir con los Apóstoles el martirio.
"En la Iglesia tenemos urgente necesidad de una comunicación que inflame los corazones, sea bálsamo en las heridas e ilumine el camino de nuestros hermanos y hermanas"