Así como recogen la cizaña y la queman, así será el fin del mundo
Al igual que en la del «sembrador», la explicación de esta parábola hay que atribuírsela al evangelista, que –a su vez– refleja la lectura que de la misma hizo la primitiva comunidad. La paciencia tolerante de Dios es muy grande, pero al final de los tiempos todos seremos sometidos a su «juicio», con suerte desigual para buenos y malos.
"En la Iglesia tenemos urgente necesidad de una comunicación que inflame los corazones, sea bálsamo en las heridas e ilumine el camino de nuestros hermanos y hermanas"