“Prosigue el discurso de sobremesa en casa del presuntuoso fariseo que había invitado a Jesús. Al hablar de la elección de los “asientos preferentes” hay que saber ocupar, atinadamente, el propio puesto con espíritu de humildad.
Hoy –al hablar de los “criterios” para la elección de los comensales– nos recuerda que la ley del Reino no puede ser la conveniencia egoísta, sino el amor y la gratuidad, a ejemplo suyo.
Quien lo imite en esta entrega desinteresada al hermano será recompensado por Él «cuando resuciten los justos».”
"En la Iglesia tenemos urgente necesidad de una comunicación que inflame los corazones, sea bálsamo en las heridas e ilumine el camino de nuestros hermanos y hermanas"