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El que no renuncie a todos sus bienes no puede ser mi discípulo.
Auxiliados por la gracia divina, dispongámonos
a vivir esta santa celebración en la que –al igual que los primeros
discípulos de Jesús– escucharemos lo exigente que es el ir, con
nuestra cruz, tras sus huellas… Como aquellos discípulos –y
como sus seguidores de todos los tiempos– vengamos a pedirle
la sabiduría que viene de lo alto, la única capaz de ayudarnos
a ponerlo al centro de nuestras vidas
XXIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO