No escuchan ni a Juan ni al Hijo del hombre.
Del santo Evangelio según san Mateo 11, 16-19
Sea que se presente a Dios con el rígido
ascetismo de Juan el Bautista o con la condescendencia
benévola manifestada en la habitual forma de actuar
de Jesús, sus contemporáneos corrían el riesgo de
comportarse como niños caprichosos. Su mensaje
implicaba un cambio radical de mentalidad que –
especialmente los letrados y poderosos– no estaban
dispuestos a realizar. Quien no quiere poner en práctica
sus palabras, siempre encontrará muchos y “razonables”
pretextos para justificarse, llegando incluso a disfrazar el
mal con las apariencias del bien.