Jerusalén será pisoteada por los paganos, hasta que se cumpla el
plazo señalado por Dios.
• El pasaje anuncia la inminente ruina de Jerusalén
y las señales que precederán a la venida última del «Hijo
del hombre». Esa ruina no hay que verla sólo como un suceso
político-social, sino como un acontecimiento de tipo religioso.
Una ruina tan grande es consecuencia del haber rechazado la
salvación que el Señor le ofrecía a la ciudad santa, centro del
antiguo culto. Todo ello nos proyecta hacia un futuro incierto,
al describir –en lenguaje figurado– cuanto habrá de acontecer,
previo al definitivo advenimiento de nuestro Juez y Libertador.