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Velen para que puedan escapar de todo lo que ha de suceder
Enseñando en el templo –mientras
su pasión y su muerte están ya próximas– Jesús termina de
instruir a sus discípulos acerca de la vigilancia activa. Él pasa
luego a relacionarla con el tema de la oración. De esta forma,
vigilancia y oración han de apoyarse mutuamente. Además de
pedir una fe firme y una esperanza madura, se nos exhorta
a mantener la mente despejada y el corazón sin perniciosos
lastres. Conscientes de no tener aquí ciudad permanente,
peregrinemos gozosos al encuentro de Cristo que llega: «¡Ven,
Señor Jesús!».