La contaminación que aniquila al río Santiago es un fuerte y nuevo llamado de atención. (¿Cuántos más serán necesarios?, ¿Habrá tiempo para otros?) Somos los grandes depredadores de nuestra Casa Común; nuestras omisiones y desatenciones hoy cobran una factura cara que, si no ponemos atención inmediata, será impagable para las generaciones que vienen detrás de nosotros… Nuestros hijos y nietos.
Cuestión de prioridades
José de Jesús Parada Tovar
Entre la marabunta de situaciones apremiantes que atosigan a la Sociedad, ciertamente la gravísima problemática de la inseguridad y violencia surge como urgente de solución; sin embargo, la salud pública, y en paralelo el caos del medio ambiente, ameritan una atención inaplazable, decidida y efectiva.
Y es que la creciente contaminación ha invadido impunemente la totalidad de los espacios y los horarios de todos los días, lo mismo de las aguas saladas y dulces (¿), que del aire, el suelo, y con extensión a lo visual y lo auditivo. El fenómeno ya no es exclusivo de las grandes urbes, sino también sufrible en ciudades medias, en pueblos, el campo, la montaña, ríos y arroyos, repercutiendo negativamente en la salud, el bienestar y la economía de la gente.

Por ello, a estas alturas de nuestra Historia, de nuestro proceso dizque de desarrollo y de la ya larga experiencia recorrida de Gobiernos de toda laya, ideología y color, saltan preguntas desesperadas y a la par cuestionantes y exigentes: ¿Cómo es posible que, al menos en los últimos 50 años, no se hayan puesto de acuerdo y trabajar en común los Gobiernos Federal, Estatales y Municipales para evitar o disminuir al máximo los residuos contaminantes en la Cuenca Lerma-Chapala-Santiago? ¿Qué tan indoblegables son los intereses de quienes arrojan esos desechos mortíferos?
¿Explicable que apenas a mitad del Invierno ya han sucedido repetidos incendios depredadores en el Bosque de La Primavera? ¿Cuándo terminará la polución inducida sobre la Laguna de Cajititlán, incluida la sustracción subrepticia de sus aguas para uso en grandes fincas campestres cercanas? ¿Algún día osarán las Autoridades ir a respirar el aire un día completo en Miravalle?
La lista de pendientes e indolencias es inacabable. Ojalá INEGI en su Censo las registre. ¿Cabría imaginar la reducción de gastos en superfluos festejos oficiales, en diversiones frívolas, en deplorables esculturas, con tal de destinarlos a descontaminar? El pueblo lo valoraría enormemente, ahora y en las urnas. Cuestión de enfoques… y de prioridades.
El agro, y la sustentabilidad del agua
Salvador Y Maldonado
La producción de alimentos y otras actividades rurales, cada vez más, enfrentan las exigencias que demanda un enfoque sustentable para sus protagonistas.
Estas exigencias van desde el cuidado de los suelos y las cuencas de agua, hasta el sacrificio inocuo y humanitario de los animales, la conservación de los ecosistemas y evitar la contaminación atmosférica, por lo que en lo sucesivo la producción agroalimentaria debe hacerse bajo diversos indicadores que remiten al respeto ambiental.
Otra exigencia es que los alimentos no lleven residuos nocivos para quien los ingiera. No es posible que por obtener alimentos de gran demanda comercial, se destruyan los corredores y cadenas biológicas de flora y fauna.

Los ejemplos al caso son múltiples. La ampliación de zonas de pastizales para la ganadería no debe destruir bosques y selvas, como también ha sucedido en la expansión de las huertas de aguacate que impactan el equilibrio hidrológico de sus zonas de influencia.
La producción de carne, leche y huevo y los grandes negocios de frutas y hortalizas, no deben ser motivo para contaminar arroyos y ríos, por no tratar las excretas de los animales, ya sean aves, cerdos y bovinos, o por el abuso de fertilizantes y pesticidas.
La quema de la caña en las áreas de los ingenios azucareros ya no puede seguir a costa de la calidad del aire de las poblaciones cercanas.
La producción de vegetales y de proteína animal será siempre un reto ante la demanda de alimentos del ser humano, pero se ha llegado a un punto de quiebre, para que su proceso de producción sea amigable con el medio ambiente.
El Santiago se puede recuperar
Juan Carlos Núñez Bustillos
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos emitió a principios de mes una resolución en la que pide al Estado mexicano tomar las providencias necesarias para preservar la vida y la salud de los pobladores que viven en los márgenes del río Santiago en los municipios de Juanacatlán y El Salto, así como en las localidades de San Pedro Itzicán, Agua Caliente, Chalpicote y Mezcala, en el municipio de Poncitlán.
La Comisión considera que quienes habitan ahí viven en una situación de riesgo y de sufrir daños irreparables a sus derechos. Esta conclusión no es nueva. Los habitantes de la zona denunciaron desde hace años esta grave situación. Organizaciones sociales han documentado los altos niveles de contaminación y existen al menos desde el año 2000 diversos estudios científicos lo comprueban. Basta con asomarse a la zona para ver la magnitud del problema.
Incluso el gobierno del estado tenía los resultados de una investigación que mostraba los graves riesgos para la población, pero los ocultó durante años.

La Comisión Estatal de los Derechos Humanos de Jalisco emitió una recomendación hace once años y anunció que está por actualizarla ante la falta de acción efectiva de las autoridades. El gobernador Enrique Alfaro, respondió que él no necesita ninguna recomendación y convocó a una gira para ver las obras de remediación. La Comisión Interamericana considera que la construcción de plantas de tratamiento no es una medida suficiente para resolver el problema.
La recuperación del río es posible, pero hacen falta acciones contundentes y articuladas de los municipios, los estados y la federación. Se requiere también una conducta más consciente y responsable de los ciudadanos sobre lo que tiramos a nuestros drenajes. Quizá la presión de la Corte Interamericana ayude y no pasen otros 20 años para reiterar que el problema de la contaminación es muy grave y las acciones para remediarla, insuficientes.
Escuchar, sin soberbia
Fernando Javier Vera Gloria
En medio de la crisis que enfrenta el río Santiago, desde hace muchos años, es deseable que haya acuerdos entre todos los involucrados para darle vida a un cauce que conduce enfermedad y muerte.
“No necesito que la Comisión me haga recomendaciones sobre lo que tenemos que hacer en el Río Santiago, lo estoy haciendo desde el primer día de mi gobierno”, respondió el gobernador del estado, Enrique Alfaro Ramírez, al anuncio de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Jalisco (CEDHJ), de que actualizaría la recomendación que emitió en el año 2009, tras la muerte –intoxicado por arsénico tras caer al río- del niño Miguel Ángel López Rocha.
“El gobernador subió un video a internet diciendo que quería ser el gobernador que pasara a la historia (por el saneamiento de la cuenca Lerma-Santiago), pues hoy todos los ciudadanos le decimos: ¿Quieres pasar a la historia? Trabaja en salvar las vidas de los pobladores de Itzicán, ellos te necesitan, así pasarías a la historia”, contestó a la postura del mandatario estatal el presidente de la Confederación de Militares y Profesionistas de Jalisco, integrante del Foro Socio-Ambiental Guadalajara, Jesús Sánchez Ballesteros.

No es fácil, las posturas están al límite. El mandatario estatal tiene en contra el descrédito social de las promesas gubernamentales incumplidas y de las acciones lentas y tardías en la materia; la sociedad (incluidos, obvio, los industriales apostados en la cuenca), enfrenta el desafío de dejar de contaminar el afluente y de promover en las actuales generaciones, que nuestra Casa Común no aguanta más actitudes egoístas.
Un diálogo de sordos es lo peor que puede suceder. Todos necesitamos de todos, y procurar el entendimiento, sobre todo en temas de vida, siempre será un camino a seguir e impulsar.