

El Padre Tomas Morales y la formación integral.
Blanca Yesenia Contreras Ledesma, Cruzada de Santa María
“Un mundo que busca y que no alcanza”, una frase comúnmente escuchada en un canto católico, que refleja la realidad de un ser humano que busca saciar, sin darse cuenta, aquello para lo que fue creado: “Alabar, hacer reverencia y servir a Dios” (San Ignacio de Loyola, Ejercicios Espirituales). El problema es que busca bajo sus propios criterios, sin considerar los criterios de Dios, perdiendo incluso identidad al no reconocerse como hijos del Creador.
Y ese mundo, ¿cómo encontrará los caminos que lo lleven a Dios? Aunque esta realidad se muestra compleja, el pesimismo nunca debe apoderarse de los que confiamos en un Dios todopoderoso, no podemos olvidar la acción del Espíritu Santo y lo que dice el Salmo 127: “Dios da de comer a sus amigos mientras duermen”.
GANAR ALMAS PARA DIOS
Tomas Morales Pérez, Sacerdote Jesuita, de padres españoles, nació en Macuto, Venezuela, el 30 de octubre de
1908, vivió en España a partir de 1909 y comenzó a vivir para la vida eterna el 1º de octubre de 1994. fue un instrumento, inspirado y alimentado por el Espíritu Santo, que descubrió en los jóvenes héroes en espera de que se les exija todo, despertó en ellos altos ideales de santidad, los formó desde lo humano a lo divino con una pedagogía
integral, promoviendo los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, retiros espirituales, campamentos y actividades permanentes de formación cimentadas en cuatro pilares: cultivo de la reflexión, espíritu combativo, escuela de constancia y mística de exigencia.
CUATRO PILARES PARA LA VIDA
Merece la pena describir en términos generales esos 4 pilares, de acuerdo con lo que el mismo Padre Tomás Morales escribió en su libro Forja de hombres:
El cultivo de la reflexión lleva a constatar sin ilusionismos, la realidad y a transformarla con decisión.
Un espíritu combativo es necesario para luchar dentro y fuera de sí contra las pasiones que nos rodean, porque aquel que no nada contracorriente es arrastrado.
La escuela de constancia, por su parte, es el medio para formar una voluntad firme, sin creer que la juventud es débil, incapaz de un esfuerzo serio y continuo.
Todo esto envuelto en una mística de exigencia, porque sólo una juventud troquelada en el esfuerzo puede combatir las fuerzas del mal.
VIVIR LA VIDA PARA CRISTO
Estos cuatro pilares se observaban en todas las actividades que el Padre Morales realizaba con los jóvenes, promoviendo una constante reflexión cultivada, entre otros medios, con la oración y la formación intelectual, para reconocer ¿Para qué fui creado? ¿Qué ha hecho Dios por mí? Y ¿qué puedo hacer yo por Él? Respuestas que con el acompañamiento alma a alma iban derivando en el propósito de “vivir la vida para Cristo”, ante el cual surgen los obstáculos venidos por los defectos de carácter o del exterior, necesitándose de nuevo la reflexión para reconocerlos y un espíritu combativo tan necesario para vencer la pereza y desánimo que llega cuando alguien se ha propuesto llevar una vida de oración
MÁS, MÁS Y MÁS
El Padre Morales troquelaba en ese espíritu combativo, escuela de constancia, cultivo de la reflexión y mística de exigencia, no sólo con actividades esporádicas, o incluso semanales, sino con un plan de vida que incluía diariamente deporte, oración, Misa, lectura espiritual, examen de conciencia, rezo del Rosario, todo ello para hacer un apostolado de presencia, cumpliendo el deber laboral, de familia, de amistad con alegría.