Héctor Quintero López
Como tantas veces pasó entre 1735 y 1859, el mediodía del 12 de junio del 2022, víspera del día de San Antonio de Padua, la venerable imagen de Nuestra Señora de Zapopan fue recibida en el templo tapatío de Santa Teresa, construido para servicio del convento de ese nombre, apodado por el pueblo el Mesón de la Virgen porque la comunidad de carmelitas descalzas que lo habitó hasta 1977, tuvo la custodia de su ajuar, la responsabilidad de confeccionar su atuendo de gala y aliñar la antiquísima, pequeña y frágil escultura.

Esta vez, sin embargo, la visita se hizo a ruegos de su Guardia de Honor, que tiene en dicho templo su cuna, pues allí la crearon, el 5 de octubre de 1938, los presbíteros José María Figueroa y Gilberto Saldaña, el primero, rector del templo de Santa Teresa en ese tiempo y responsable de custodiar la imagen durante su estancia en Guadalajara, y el segundo párroco de Toluquilla, que habiendo residido en Bilbao diez años antes durante su formación eclesiástica, tuvo relación cercana con la Guardia de Honor de Nuestra Señora de Begoña y encontró del todo oportuno que la de Zapopan tuviera la propia.
Hace un año y en el contexto del bicentenario de la Independencia de México, la Guardia de Honor sentó el precedente que repitió ahora con el propósito de que sea a perpetuidad, al tiempo que comienza la cuenta regresiva del aniversario 200 de la creación del estado de Jalisco y su convalidación, que tuvo lugar el 21 de junio de 1823 en el marco de una ceremonia en la catedral tapatía donde a las plantas de tal Señora y reconociéndola como celestial Protectora del Estado Libre de Xalisco, se oficializó el nacimiento de la primera entidad federativa de la república mexicana.
Durante la recepción de la Generala los bronces de las campanas y de los clarines se fundieron con los compases de los tambores reglamentarios. La imagen fue conducida por Fray Martín Reza Reyna, OFM, Guardián del convento de Zapopan y rector de su santuario, y don Tomás de Híjar Ornelas, rector del templo que fue de las Descalzas, al manifestador del retablo principal del templo y se le puso en la columna que para eso mandó labrar hace 90 años el P. Figueroa, flanqueada esta vez por las armas de Jalisco y las de Nuestra Señora de Zapopan.
Durante la homilía de la misa que presidió Fray Martín, don Tomás explicó cómo siendo el misterio de fe de la Santísima Trinidad el más grande del cristianismo, todo él se recrea en la concepción inmaculada de la doncella de Nazaret, que bajo el título de Zapopan ha asistido al alumbramiento de esta entidad de forma más que patente cuando el 13 de junio de 1821 su arribo a Guadalajara sirvió para ajustar la adhesión pacífica de la Diputación Provincial de Guadalajara al Plan de Independencia que acababan de hacer suyo los milicianos responsables de la defensa de aquella soberanía, surgiendo por ello, del síndico Urbano Sanromán, la iniciativa de conferirle a la Virgen de Zapopan el rango de Generala de Armas del reino, el cuál se juró el 15 de septiembre siguiente y se ratificó el 21 de junio de 1823 al reconocérsele como Generala y Protectora el naciente estado de Xalisco.
Durante la misa se expusieron en un manifestador reliquias ex ossibus de San Antonio de Padua y de Santa Teresa de Jesús, en el marco del jubileo que se ha concedido a este templo por el cuarto centenario de la canonización de la doctora de la Iglesia.
Participaron en la misa como invitados especiales la señora Raquel Saldaña, sobrina carnal de don Gilberto; don Rogelio Hernández Remus, sobrino nieto de don José María Figueroa y Luna, y la señora Paz Rebeca Padilla Jiménez, actual propietaria del antiguo convento de las Carmelitas.
Antes de despedir a la asamblea, los miembros de la Guardia de Honor renovaron, en el mismo sitio donde comenzó la vida de esta gran familia según quedó dicho y bajo el regazo de tan dulce madre, su voto de fidelidad y vasallaje a la Virgen de Zapopan. Terminó la misa con el canto de la Salve y los honores de protocolo a la Generala hasta que arribó a su coche.