Sergio Padilla Moreno
A propósito del siguiente pasaje que recoge las impresiones que provocaba Jesús en la gente: “Y se admiraban de su enseñanza; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los maestros de la Ley” (Marcos 1,22), un querido sacerdote conocido abordaba el pasaje diciendo, de inicio, que “en el paraíso debía de haber pocos teólogos y que los más estarían en otro lugar”. Las risas y cierta turbación que provocaba quedaban despejadas cuando explicaba: “muchas palabras que se expresan y que son aprendidas en los estudios, pero no en la vida, están vacías y llegan solo a los oídos. En cambio, cuando las palabras surgen de la experiencia honda de la vida, con todas sus luces y sombras, ascensos y caídas, dolores y alegrías, tienen tal densidad y fuerza que tocan los corazones.” Todo esto viene como resonancia a partir de la experiencia veraniega que me dejó la lectura de un par de libros y algunos documentales en video que pude disfrutar.
El primer libro ya lo había mencionado la semana pasada en este espacio: “La bailarina de Auschwitz” (Ed. Planeta), de Edith Eger, donde ella comparte su largo proceso de liberación física, psicológica y espiritual, que la facultó para ayudar a otros a desmantelar cualquier “prisión mental ladrillo a ladrillo”. Su libro y testimonio están llenos de vida y caminos de libertad. El otro libro es “Ignacio de Loyola, solo y a pie” (Ed. Sígueme), magnífica biografía del santo vasco escrita por José Ignacio Tellechea, donde se puede comprender que los famosos Ejercicios Espirituales, eje de la espiritualidad ignaciana y del carisma de los jesuitas, son una concreción mistagógica del propio y profundo proceso que vivió San Ignacio desde su vida disoluta, su crisis de sentido por la vida a raíz de la grave herida que recibió en su pierna y las mudanzas interiores que, dice Tellechea, le “cambian la mirada exterior y aún más la interior; todo empieza a verse con otros ojos. Iñigo recobra libertad.”
En cuanto a los documentales en video tuve la oportunidad de ver la magnífica serie de tres capítulos titulados “Genius of de ancient world” (Genios del mundo antiguo), disponibles en conocida plataforma de contenidos audiovisuales, donde se presentan muy buenos abordajes de la vida, pensamiento y enseñanzas de Buda, Confucio y Sócrates. El común denominador de estos tres personajes, y que los relaciona con los dos antes mencionados, es la honda experiencia vivida que los legitimó, no solo por títulos otorgados por algún sistema de estudios, a ser buscados como maestros dada su libertad y coherencia de vida. Como corolario recuerdo las palabras de Pablo VI: “En mundo de hoy cree más a los testigos que a los maestros, y si cree en los maestros es porque éstos sepan dar testimonio”.
Ignacio de Loyola