Sergio Padilla Moreno
28/08/2022
Como dice la sabiduría antigua, las crisis son oportunidades de crecimiento y mejora de personas, comunidades y pueblos, aunque también tienen su potencial aniquilador. Es un hecho que hoy, a pesar de todo lo que se ha dicho y hecho, nuestro país está sumido en una grave crisis de violencia, corrupción y mentiras, en un sistema al que terminamos por acomodarnos de manera preocupantemente acrítica. Y es claro que lo que pasa en nuestro país es reflejo de algo que pasa en todo el mundo, que pone en peligro nuestra viabilidad como especie, pues el poder destructivo de las armas modernas –que también pueden ser de palabra, obra y omisión–, operadas desde el odio y la división, son capaces de borrar la vida humana de la faz de la Tierra. Caín ahora tiene armas de alto poder destructivo para aniquilar a Abel…, y a sí mismo.
Es cierto que, desde hace varios años, se ha tratado de enfrentar estos terribles problemas a través de políticas públicas, programas educativos, formación de colectivos de diversa índole, foros de análisis, etcétera, pero los logros han sido magros. No hay soluciones mágicas, pero sabemos la cultura de paz, el sentido por el cuidado de los demás, vivir desde la honestidad y la verdad, así como los esfuerzos por la reconstrucción del tejido social requiere que entendamos que la cooperación y el concierto humano, de modo constante y perseverante, es lo que nos permitirá volver a pensarnos, sentirnos y vivirnos como humanidad.
Los buenos deseos y algunas acciones ayudan, pero es importante comprometernos y trabajar por hacer mucho más, aunque sabiendo que no será nada fácil y que requiere, repito, constancia y perseverancia. En este contexto, vale la pena reflexionar las palabras de Jesús de Nazaret: “Cuando un espíritu maligno sale de una persona, va al desierto en busca de descanso, pero no lo encuentra. Entonces, dice: «Volveré a la persona de la cual salí»”. De modo que regresa y encuentra su antigua casa vacía, barrida y en orden. Entonces, el espíritu busca a otros siete espíritus más malignos que él, y todos entran en la persona y viven allí. Y así, esa persona queda peor que antes. Eso es lo que le ocurrirá a esta generación maligna” (Mateo 12:43-45).
La situación actual ha llevado a experiencias de diálogo y cooperación muy interesantes entre la Iglesia católica con representantes y líderes de las diversas iglesias cristianas (cem.org.mx/mensajepaz-y-bien-para-mexico/). Igualmente, al interior de nuestra Iglesia se han unido tanto el Episcopado Mexicano, la Conferencia de Superiores Mayores de Religiosos de México, los Jesuitas y el Consejo Nacional de Laicos para convocar a los Diálogos por la Justicia y la Reconciliación para la Paz (cirm.org.mx/2022/08/12/dialogos-por-la-justicia-y-la-reconciliacion-para-la-paz/). Ojalá que cada uno de nosotros entendamos que el logro de la paz, la justicia, la reconciliación y la libertad no es únicamente responsabilidad de los gobiernos, sino también desde las pequeñas y grandes acciones que hagamos desde nuestra particular situación y contexto. Ahí está la oportunidad en esta honda crisis.
El autor es académico del ITESO, Universidad Jesuita de Guadalajara – padilla@iteso.mx
Oración de san Francisco de Asís https://www.youtube.com/watch?v=Nsl28lNo8z0 También puede escanear el código QR: