
SERGIO PADILLA MORENO
Este domingo 6 de agosto se cumplen 78 años de la primera vez que se utilizó la letal bomba atómica sobre la ciudad japonesa de Hiroshima, enorme tragedia que se repetiría tres días después en la ciudad de Nagasaki, hechos que terminaron por doblar la resistencia bélica de Japón poniendo así fin a la Segunda Guerra Mundial. A unos pocos kilómetros de la ciudad de Hiroshima vivía el jesuita Pedro Arrupe, quien más adelante sería superior general de la Compañía de Jesús, por lo que su testimonio nos permite acercarnos, desde la mirada cristiana, a tal negación y ataque a la vida de miles de personas inocentes que se sumaron a los millones de seres humanos que perdieron la vida en esa guerra.
El P. Arrupe recordó: “Todos los días venía un B-29, que venía a inspeccionar probablemente Hiroshima […] Sonó una alarma, pero ninguno se movió ni dio importancia, porque estábamos constantemente bajo ese tipo de avisos. Pero de repente, a las 8:10 en punto tuvo lugar esa explosión, a unos 500 metros de altura y la impresión mía ‒estaba en casa, con otro padre en mi habitación‒ fue de una luz muy fuerte…” Uno de sus biógrafos más importantes, el P. Pedro Miguel Lamet, nos dice: “Entonces fue cuando el padre Arrupe decidió acudir a la capilla. Una de sus paredes había saltado hecha añicos. En medio de aquella oscuridad, Pedro pidió Luz.
Fue un instante eterno que marcaría el ecuador de su vida: antes de la bomba y después de la bomba. Los relojes de Hiroshima estaban parados. Pero Pedro contempló un tiempo sin tiempo más arriba, más allá de los acontecimientos humanos”. Vale la pena echarle un ojo a la obra del P. Lamet: Arrupe. Testigo del siglo XX, profeta del siglo XXI y leer de primera mano el capítulo 11.
Es importante que como humanos, y más como creyentes, nos acerquemos a esta historia para discernir los mecanismos, tretas y razones que llevaron a un grupo de personas a la creación y utilización de la bomba atómica, sin olvidar la tragedia que significó la “solución final” que derivó en el Holocausto. Esta es una importante clave de lectura de la extraordinaria película Oppenheimer del director Christopher Nolan, que nos acerca a la vida del científico Robert Oppenheimer (1904-1967), quien lideró al equipo de científicos que trabajó secretamente en el Proyecto Manhattan, que condujo al desarrollo de la bomba atómica, en lo que sería una carrera contra el tiempo para lograr tenerla antes que la Alemania nazi de Hitler. Pero la película no solamente se centra en este físico teórico, sino en las luchas internas, dilemas políticos, dilemas éticos y morales que implicó la carrera armamentista que nos mantiene en una paz artificial fundada en el miedo, tal como lo recordó el Papa Francisco el año pasado:
“Es inmoral el uso de las armas nucleares, pero también lo es su mera posesión. Es engañoso y contraproducente pensar que la seguridad y la paz de algunos esté desconectada de la seguridad y la paz de otros”.
El autor es académico del ITESO, Universidad Jesuita de Guadalajara – padilla@iteso.mx
Padre Arrupe: Jesuitas en Hiroshima y Nagasaki 1945.
https://www.youtube.com/watch?v=2aZa_VMotcQ
Puede ver el video escaneando
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1 comment
Toda la vida de Pedro Arrupe es un testimonio de congruencia y compromiso con la dignidad humana 🙂
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