¿Resistirá el culto, la catequesis, la piedad popular, la vida sacramental, un cierre prolongado sin el peligro de sufrir un daño estructural?
Pbro. Dagoberto Torres Torres, Diócesis de Autlán
Entender el concepto HISTÉRESIS no es tan difícil como parece. Se lo explico. Piense en un resorte. Al estirarlo se expande, y al dejar de estirarlo vuelve a su estado original. Pero si usted jala demasiado fuerte y por un tiempo considerable, el resorte ya no regresa a su estado original, sino que se deforma. Eso es histéresis, una falla estructural provocada por una fuerza externa consistente y desproporcionada. En el campo económico, hablar de efecto de histéresis, es sufrir una recesión profunda y suficientemente prolongada que no alcanza a tener la capacidad de recuperarse.
Cómo lo han afrontado otros países
La reciente pandemia del Covid-19, nos ha puesto a todos frente al riesgo inminente de sufrir un efecto de histéresis en términos financieros.
Por ello, los países occidentales implementaron planes de contención económica. Es decir, trataron de ayudar a la población para evitar que el golpe económico se fuera directo y por completo a los hogares y a las empresas. Gobiernos de países europeos como Dinamarca y Gran Bretaña decidieron pagar parte del sueldo de los trabajadores. Posponer el pago de la luz, el gas y ayudar con el pago de los alquileres, fueron medidas adoptadas por el gobierno francés. En Estados Unidos además del seguro de desempleo, se les mandó un cheque a los hogares. El gobierno mexicano simple y sencillamente no hizo nada.
La pandemia ha significado un fuerte golpe a nuestros hábitos y formas de vida, modificando las prácticas sociales, culturales y religiosas.
El cambio de hábitos
Pero la histéresis no es un fenómeno exclusivo del mundo económico. Para la Iglesia Católica el tema no debiera ser minúsculo, pues a lo largo de veinte siglos, el catolicismo ha demostrado ser un extraordinario ecosistema, en el que los fieles abrevan de la fe cristiana mediante una experiencia religiosa cultual que se alimenta por medio del sabor, el olor, los sonidos, las imágenes, los gestos y el tacto, y que difícilmente puede replicarse a través de una pantalla digital.
¿Y si ya no nos necesitan?
El desafío para el catolicismo es enorme. ¿Cómo evitar que el mundo católico sufra un efecto de histéresis? ¿Cuáles son las medidas que el catolicismo ha implementado para contener el efecto de histéresis? ¿Resistirá el culto, la catequesis, la piedad popular, la vida sacramental, un cierre prolongado sin el peligro de sufrir un daño estructural? Pero sobre, cuando la pandemia pase, si es que pasa, cabe preguntarnos ¿Necesitarán los fieles asistir a un templo para alimentar su fe o habrán encontrado en la arena digital otras maneras de satisfacer sus aspiraciones espirituales?