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Laura Patricia López Navarro, licenciada en Trabajo Social y con Maestría en Desarrollo Humano y Organizacional, fue ejemplo de lo que los laicos pueden hacer en la Iglesia. Más que por sus títulos, la recordaremos por su gran calidad humana.

Pbro. Ernesto Hinojosa Dávalos

“No podemos ser una Iglesia autorreferencial, volver a lo mismo. No podemos ignorar la realidad y dejar fuera las periferias existenciales que tanto daño nos hacen. Tenemos que hacer presentes a los desaparecidos y a sus familias; a las víctimas de la violencia y la creciente pobreza. La corrupción y la impunidad generan esas periferias. No puede quedar fuera del Plan Diocesano de Pastoral. Pediré la palabra al Señor Cardenal en el plenario conclusivo”.

Fue parte de la conversación que sostuvimos en el pasillo del Seminario Menor antes de que concluyera la Asamblea Diocesana de Pastoral en el ya lejano 2016. Laura Patricia López Navarro, secretaria ejecutiva de la Comisión Diocesana de Pastoral Social, tenía muy a pecho las palabras del Santo Padre sobre las periferias existenciales y se esforzaba para que los miembros de la Comisión entendiéramos la importancia de nuestro trabajo.

Consagrada a tiempo completo a la dimensión social de la evangelización, recorrió prácticamente todas las vicarías y decanatos de la Arquidiócesis llevando talleres, ponencias, proyectos, programas, etc. para contribuir a la transformación social de la realidad por el ideal evangélico en el que creía con vehemencia.

Cumplió con su misión como laica

Previo a la Comisión Diocesana de Pastoral Social, trabajó en la Vicaría de Pastoral, lo que le otorgó un conocimiento basto de la estructura diocesana, así como el de muchos sacerdotes y fieles laicos, con quienes colaboraba cada que había ocasión de hacerlo. Su carácter apostólico le ayudó estar presente en lugares y ambientes en los que sacerdotes y consagrados no podían llegar.

Incansable trabajadora y leal compañera en el servicio, Paty luchó denodadamente contra el cáncer. “Siempre y a todas partes, llevamos en nuestro cuerpo los sufrimientos de la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo”, dice el apóstol San Pablo en la segunda carta a los corintios (4,10), y así fue su lucha contra esta terrible enfermedad dando testimonio de paciencia y unión con Cristo en el sufrimiento. Nunca se dio por vencida ni perdió la esperanza. Su fe se fortaleció durante este tiempo de prueba y salió victoriosa. Ofrecía sus sufrimientos por la conversión de los sacerdotes y los obispos, particularmente por los que ella conocía. Con su peculiar alegría y simplicidad me decía: “pide por mí, pero apachurra los ojos cuando reces”.

La Comisión Diocesana de Pastoral Social y en general, la Pastoral Diocesana estará en deuda con ella por su trabajo y dedicación; a la vez que agradecida por el edificante denuedo de su testimonio. Quienes tuvimos la oportunidad de trabajar con ella, reconocemos la importancia de su trabajo, pero, sobre todo, enaltecemos su valor como persona. Confiamos a nuestro Padre, Dios de la misericordia, que la reciba en su Reino de gloria. ¡Hasta el cielo Paty!

Una amistad que se forjó a través de los años

El 19 de septiembre, días después de su fallecimiento acaecido el día 8, fiesta de la Natividad de María, Mons. Engelberto Polino Sánchez, Obispo Auxiliar de Guadalajara, publicó en sus redes sociales un agradecimiento especial para Paty quien fue su compañera de trabajo y amiga personal desde inicios de los años 90 cuando ambos coincidieron en la Pastoral Social, concretamente en la Pastoral del Trabajo donde, desde diácono, Mons. Polino comenzó a prestar su servicio.

“Aprovecho este medio para agradecer a Paty López Navarro todo el servicio prestado en favor de la Iglesia de Guadalajara.

“Fue para mí un ejemplo de laica comprometida, una gran amiga, consejera y compañera cercana en los trabajos pastorales que realicé durante 24 años, como Diácono, Presbítero y cómo Obispo”.

Monseñor, explicó además que durante dos años, Paty le administró su página de Facebook la que esmeradamente mantenía al día. “Hasta el lunes 7 de septiembre de 2020, que todavía subió el Evangelio y la Idea de Vida, y en la madrugada del día 8, después de varios años de intensa lucha en contra de un agresivo cáncer, que enfrentó con gran testimonio, fortaleza, alegría y fe, fue llamada a la presencia de Dios.

“Que Dios premie con la vida eterna su generosidad y entrega”, escribió Monseñor.

Una amiga generosa

“Sin duda, Paty fue una mujer que dejó huella en quienes la tratamos de cerca.

“En la pastoral de la Comunicación colaboró con nosotros desde el año 2004, aproximadamente, como conductora de uno de los programas de la barra Con Cierto Espíritu que se transmitió primero por DK 1250 y luego por Radio Fórmula, además de escribir en varias ocasiones para Semanario y ser conductora también en nuestras transmisiones especiales de Semana Santa y Romería, tanto en DK como en Radio Mujer.   

“En lo personal, la recordaré como una amiga generosa con su tiempo, su alegría, su testimonio de vida; siempre dispuesta a escuchar y compartir una sonrisa con los demás, aun en medio del sufrimiento”. Sonia Gabriela Ceja Ramírez, Editora de Semanario.

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