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Editorial

No solo es el tema de desaparecidos y de las fosas clandestinas lo que lacera el tejido social en Jalisco. Son otros muchos temas que giran en torno a la inseguridad, cada vez más grave, que experimentan los ciudadanos, como por ejemplo el de los moto-ladrones y los conejeros. Y pudiéramos mencionar otros.

Parece que pululan, que se multiplican, y que no hay autoridad o poder que los pueda detener. Parecen problemas sin solución ante los que los habitantes de los Municipios tienen que acostumbrarse y protegerse como puedan.

Es más, este mapa delincuencial que se mani­fiesta en diferentes niveles e intensidades se ha convertido en algo tan ‘ordinario’, que ya es ignorado, esperando solo que no nos toque ser la próxima víctima.

O si sucede algo más grave, conviene mejor organizarse paralelamente a cualquier acción de la autoridad (que, por otra parte, no es que haya mucha actividad organizada en este sentido).

Así lo demuestra el Colectivo Más Uno Igual a Todos, que inició gracias a la falta de respuesta concreta y efectiva de quien debería tomar la iniciativa. Ahora, el grupo ya lo forman casi 150 familias que, movidas por el dolor e impulsadas por la incertidumbre, quieren saber dónde quedo su ser querido desaparecido.

Y pudieran ser más familias, porque de acuerdo a los datos de la Comisión Nacional de Búsqueda, que depende de la Secretaría de Gobernación, en nuestro Estado hay 11 mil 720 personas desaparecidas. Incluso, como se ha informado, están capacitándose los integrantes de este colectivo para realizar labores de búsqueda en campo.

Por otra parte, las ejecuciones simultáneas se han multiplicado. Puede ser, efectivamente, ajustes de cuentas entre grupos de la delincuencia organizada, pero también muestra que esos grupos están presentes, están estructurados, no tienen límites, están fuertes, están en nuestro Estado. ¿Por qué han podido operar con tanta libertad e impunidad?

El evento de Andares nos sorprendió, puso en vilo a la ciudad, por la incertidumbre del desenlace.

Ante este acontecimiento, el Arzobispo de Guadalajara, Cardenal Francisco Robles, señaló con claridad: “Es muy penoso y muy grave lo que vivimos en ese acontecimiento, y muchos otros eventos que se están dando en el área metropolitana de Guadalajara. Es muy penoso porque denota muchas cosas, como por ejemplo, que el crimen organizado no solo está presente, sino muy activo. Denota una falta de previsión de las autoridades que nos deben dar seguridad, y denota la falta de una mayor e­ cacia en cuanto a investigaciones y en cuanto a llevar a los responsables ante la Ley”.

Y puso el dedo en la llaga: “Por el solo hecho se evidencian muchas carencias en cuanto al tema de seguridad, lo cual provoca mucha zozobra entre los ciudadanos, porque el que se dé un evento como éste, en un lugar tan público, a la luz del día, sin que pase absolutamente nada en cuanto a intervención inmediata de la autoridad, tanto para evitarlo o para darle seguimiento, eso deja un sentimiento en la sociedad de impotencia, de estar abandonada a su suerte”. Así nos sentimos.

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