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Nicolle Alcaraz

Acorde al Diagnóstico de Peligros e Identificación de Riesgos de Desastres en México (DPIRDM, 2001), 7% de las muertes ocasionadas por desastres naturales a nivel mundial corresponden a inundaciones, es decir 98 mil personas, que, para que nos demos una idea, sería poco más del doble del Estadio Akron.

Tan solo el año pasado, las pérdidas ocasionadas por estos eventos en nuestros país, ascendieron a 230 millones de dólares. Además de que “alrededor de 22 millones de personas están expuestas a desastres causados por los fuertes aluviones” (Forbes, 2020), de las cuales, se estima que fallecen 140 anualmente, según datos del Centro Nacional de Prevención de Desastres (CNPD).

Motivos

Es importante entender que existen diversos tipos de inundaciones. Entre las más comunes se encuentran las fluviales, es decir aquellas que se producen tras el desbordamiento de ríos, y las pluviales, las cuales son resultado de intensas lluvias. En el caso de estas últimas, el aumento en la intensidad de las precipitaciones ocasiona que los suelos se saturen y dejen de almacenar el agua correctamente. Además que, cuestiones como el recubrimiento de asfalto y el entubamiento de ríos han ido impidiendo que el agua sea absorbida correctamente, y/o encausada a los cuerpos acuíferos pertinentes.

En Guadalajara, tanto las lluvias torrenciales, como el bloqueo de arroyos y suelos, han provocado que, durante la época del temporal, la ciudad y sus vialidades terminen por convertirse en un verdadero caos. Si bien, acorde a Diego Petersen, escritor y columnista para El Informador, hemos sustituido los cauces que, por mucho tiempo corrían libremente, para construir colectores artificiales, estos poseen una capacidad de almacenamiento mucho menor en comparación a lo que los riachuelos naturales captaban y canalizaba.

Podemos decir que “Guadalajara no se inunda porque llueve mucho, se inunda por la cantidad de malas decisiones que hemos tomado a lo largo de casi 500 años [en materia de urbanismo]”.

Mucho dinero, y poca empatía ciudadana

Acorde al informe de Obras Públicas del SIAPA, en lo que va de este año, tan solo en Guadalajara, se han invertido alrededor de 24 millones de pesos con el fin de destapar las 18 mil bocas de tormenta que la ciudad posee. Si bien, este es un proceso rutinario, debido a que suelen obstruirse con cuestiones como follaje y lodo, los miembros de los escuadrones de limpieza casi siempre terminan por toparse con diferentes plásticos o basura en general. E, inclusive, debido a que el robo de rejillas que cubren a estos alcantarillados es común, a veces pueden ingresar objetos de mayor tamaño, como lo son trozos de madera, cartón, animales muertos, entre otros.

Eso sin contabilizar al resto de los procedimientos, como lo son: la rehabilitación y construcción de líneas de alcantarillado, drenaje o conducción, y/o la construcción de bocas de tormenta en espacios en donde son requeridos, por poner algunos ejemplos. Cuestiones que, tan solo en el 2021, han ascendido a poco más de 9 millones de pesos, incluyendo obras de municipios como Tlaquepaque, Zapopan y Juanacatlán, que también son atendidos por esta misma dependencia.

Sistemas de alcantarillado 101

Existen dos tipos de sistemas básicos de alcantarillado en las ciudades. El primero es el sanitario, a través del cual se transportan las aguas residuales domésticas e industriales, y el segundo es el pluvial, que se centra en la captación, de aguas de lluvia. En lo referente al sistema de alcantarillado pluvial, este posee diferentes componentes, mismos que pueden dividirse en cuatro secciones principales:

  1. De captación: Como su nombre lo dice, los elementos de esta área están diseñados para recolectar el agua de lluvia que llega a las ciudades, para después transportarla a los sistemas de conducción. Estos suelen emplear bocas de tormenta, que son las diferentes coladeras  que vemos por las calles, ya sea al ras de la banqueta, o a través de la vialidad vehicular. Pero también hay cunetas, que son zanjas que se adicionan a las orillas de las diferentes vías de circulación para recoger y encausar el agua.
  2. De conducción: Una vez que las bocas de tormenta hicieron su trabajo, todo el líquido recibido se va a través de diferentes tuberías  o ductos, en caso de que se trate de un sistema cerrado, o canales, si fuese un sistema abierto. Esto para hacerlo llegar al resto de las partes del alcantarillado. En el caso de las ciudades, casi siempre se opta por los primeros, ya que pueden colocarse debajo del pavimento que cubre las vialidades. 
  3. Conexión y mantenimiento: Posteriormente, el agua recibida por diferentes partes de las áreas urbanas suele ser direccionada hacia un mismo desemboque, del cual hablaremos más adelante. Es así que surgen las secciones de conexión. Sin embargo, estas mismas zonas son aprovechadas para realizar trabajos de limpieza y/o mantenimiento. Por lo que los pozos de visita, como son denominados, suelen ser lo suficientemente amplios como para que las personas encargadas de estas labores puedan acceder con facilidad y  llevar a cabo los procesos de limpieza.
  4. Descarga: Por último, están las estructuras terminales que son las responsables de procurar la correcta descarga del flujo. Estas son piezas que se añaden al final de las tuberías, ya que, si no se incluyeran, las cañerías podrían dañarse con la misma fuerza de la corriente y obstaculizar la salida del agua. Es importante mencionar que estas casi siempre desembocan en algún cauce natural, conocido como destino final, el cual debe ser definido con anterioridad para asegurarse de que las cantidades ahí desviadas no excedan en límite permitido y ocasionen, de nueva cuenta, una inundación que obstruya al mismo sistema.

Estrategias empleadas en nuestro Estado

A pesar de que año con año se realizan protocolos de mantenimiento y preparación para el temporal para cerciorarse de que nuestra entidad y, su respectivo sistema de alcantarillado pluvial, se encuentre preparada por recibir las tormentas, ya es de conocimiento popular el hecho de que ciertas zonas, y sobre todo, ciertas calles parecen estar condenadas a terminar sumergidas.

En el caso concreto de Av. Patria, zona que año con año tiende a ser bastante conflictiva, se optó por implementar el primer Sistema Acuífero de Regulación e Infiltración (SIARI I), en el cruce con Av. Américas, mismo que habría de extenderse hasta Colomos III, con la construcción del SIARI II.

Dicha obra comenzó en el 2019, y consistió en la construcción de una represa con capacidad de almacenamiento de 22 mil metros cúbicos, la cual funciona como un vaso recolector que, durante las lluvias, una vez que las capacidades de los colectores tradicionales son rebasadas, comienza a funcionar como una especie de almacén adicional.

Al llenarse, este cuenta con un mecanismo que impide que el agua ahí reunida vuelva a salir. Sin embargo, una vez que las lluvia han cesado, dicho sistema se vacía por completo en un periodo no mayor a 5 horas, impidiendo que el alcantarillado se sature.

Para el 2020 se complementó este proyecto con la edificación del SIARI II para “contener y disminuir el flujo de agua que corre por el arroyo de La Campana, hasta el Arroyo de Atemajac, conectando en avenida Patria a la altura del Parque Polvorín Incluyente”, según lo descrito en el portal oficial del Gobierno de Zapopan.

A diferencia de la primera obra, esta cuenta con una capacidad de almacenamiento de 30 mil m3, y, por lo tanto, un tiempo de descarga mayor que oscila entre las 10 horas. En total, por ambas obras, fueron invertidos 41.5 millones de pesos. Sin embargo, durante el mes de agosto del presente año, nuevamente se registraron inundaciones severas en el canal de Patria, mismas que dejaron a más de 65 automóviles varados, según datos del Publimetro, por lo que todos estos esfuerzos parecen haber sido insuficientes.

PROMIAP y PIMI

Adicionalmente, se han elaborado planes y estudios alternativos para atender a esta problemática. Tal es el caso del Programa de Manejo Integral de Agua Pluvial (PROMIAP), para el cual se entrevistaron a diferentes expertos y miembros de las comunidades con mayor índice de inundaciones, además de realizar un estudio de hidrológico para poder compartir posibles soluciones para el mejoramiento en el manejo de las aguas pluviales, en el Área Metropolitana de Guadalajara. Todo esto a través de inversiones asequibles. 

En este se revelaron tres posibles alternativas, acorde a los datos extraídos del documento Antecedentes del PROMIAP y PIMI, elaborado por el SIAPA:

  • Opción 1: Rehabilitación y reforzamiento del sistema principal de colectores existente
  • Opción 2: Manejo Integral. Modifica el esquema de reforzamiento con la construcción de depósitos de detención y otros colectores.
  • Opción 3: Túnel. Plantea la construcción de túneles semiprofundos, a los que se conectarían los colectores existentes.

Posteriormente, en el 2013, inspirados en este mismo trabajo, el SIAPA; el gobierno Estatal y diferentes Ayuntamientos, entre ellos Guadalajara, Zapopan, San Pedro Tlaquepaque y Tonalá, presentaron el Plan Integral para el Manejo de Inundaciones (PIMI). Este tenía el propósito de obtener recursos Federales para la elaboración de obras que ayudaran a la mitigación de inundaciones en el Área Metropolitana de Guadalajara.

Al final se plantearon, a través de este documento, once obras de drenaje pluvial y saneamiento, valuadas en 800 millones de pesos. Sin embargo, no fue sino hasta el 2016 que, el entonces Gobernador de Jalisco, Jorge Aristóteles Sandoval Díaz, dio pie a la ejecución del PIMI, tras la presentación de programa de proyectos Hidráulicos para el Área Metropolitana de Guadalajara.

Si bien la primera etapa comprendería del 2017 al 2022, a mediados del año pasado los recursos destinados a este proyecto fueron reducidos, junto con lo que se había presupuestado para el Programa de Contingencia Temporal 2020, que se lleva acabo anualmente. Esto con motivo de la crisis ocasionada por la pandemia de Covid-19.

La lluvia no tiene que ser sinónimo de caos

Si bien los temporales pueden vislumbrarse como una época sumamente compleja e, inclusive, destructiva, sobre todo dentro de las grandes urbes. Existen también reflexiones que nos recuerdan las bondades que este fenómeno tiene para ofrecernos:  

“El agua es instrumento vital, imprescindible para la supervivencia y, por tanto, un derecho de todos” (DSI, capítulo IV, numeral 484).

Recordemos que, en nuestro día a día, llevamos a cabo diferentes actividades que requieren de este bien, más no necesariamente en calidad de potable, tales como el riego de las plantas; el lavado de vehículos; las descargas del inodoro, etc. Por lo que, de acuerdo al Dr. Ronnie Torres Hugues, miembro del Centro de Investigaciones Hidráulicas de la Universidad Tecnológica de La Habana, la captación y uso del agua de lluvia para esas tareas podría reducir más del 40% de nuestro consumo, el cual actualmente llevamos a cabo a través de lo que nos provee nuestro sistema hidrosanitario. De hecho, Torres comenta que “por lo menos, 77 litros de agua al día [por persona] son perfectamente sustituibles por agua de lluvia”.

No estamos haciendo lo que nos toca

Conforme a datos provistos por la Asociación Mexicana de Sistemas de Captación de Agua de Lluvia (AMSCALL), en Guadalajara no hemos implementado efectivamente herramientas que nos permitan reutilizar el agua que proviene de las tormentas. Esto a pesar de que se estima que el agua que emana a través de esta vías es cuatro veces más que la que se extrae del lago de Chapala, la cual se empleada para nuestro consumo. Además, debido a nuestra actual infraestructura, solo se logra captar alrededor del 12% de este oro líquido. Desperdiciando lo que podría representar la solución al desabasto, y también a las inundaciones.

También existen diferentes sistemas de captación de agua de lluvia que pueden ser implementados directamente en nuestros hogares. Estos son sumamente sencillos y permiten llevar acabo lo propuesto en párrafos anteriores de manera independiente a  empresas u organismos públicos. Sin embargo, su instalación puede llegar a ser costosa, por lo que no es una alternativa viable para toda la población.

Otras propuestas innovadoras

De acuerdo con la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), “las Soluciones Basadas en la Naturaleza (SbN) son un nuevo concepto que abarca todas las acciones que se apoyan en los ecosistemas y los servicios que estos proveen, para responder a diversos desafíos de la sociedad como el cambio climático, la seguridad alimentaria o el riesgo de desastres”.

En el caso de la gestión del agua, sobre todo aquella de naturaleza pluvial, en los últimos años se ha propuesto una estrategia denominada: “Ciudades Esponjas”. Estas, acorde a la ONU-Hábitat, proponen soluciones ingeniosas para evitar las inundaciones causadas por las lluvias. En ellas se opta por la utilización de dos diferentes alternativas.

En primer lugar, está la creación de áreas verdes absorbentes. Estas se emplean para recolectar la escorrentía y, mediante el uso de plantas, ayudar a eliminar ciertos contaminantes que son transportados en los cuerpos acuosos. Estas pueden ser de diferentes tipos: como las cubiertas ajardinadas, que son instalaciones que se hacen en los techos de los edificios; los espacios verdes hundidos, que se tratan de zanjas de diferentes tamaños en donde se crecen plantas de manera natural (es decir, sin ninguna intervención humana), ayudando a la retención de agua; y, finalmente, los jardines de agua de lluvia, que funcionan igual que el ejemplo anterior, con la única diferencia de que estos tienen un propósito estético.

Por otro lado, también se opta por la implementación de pavimentos permeables. Mismos que absorben el excedente de fluidos (hasta un 70%), además de que lo almacenan en espacios especiales para su posterior reutilización como agua potable, u otros fines. Esto en lugar de limitarse a desechar el agua por el desagüe, como se hace hasta ahora. 

Buscar más alternativas sustentables

Aunque en nuestro Estado, y probablemente en el país entero, las tecnologías diseñadas para combatir las inundaciones son aún insuficientes, es conveniente destacar también que muchas de las inversiones que se han hecho para aminorar los efectos de este fenómeno solo necesitan de un mantenimiento para mejorar los resultados que actualmente hemos obtenido.

Finalmente, toca a las autoridades repensar los actuales modelos urbanísticos que rigen el desarrollo de nuestras ciudades, para cerciorarse de que las obras venideras contemplen a las lluvias no como un obstáculo, sino como un elemento natural que puede llegar a ser aprovechado para el bienestar común. Recordemos que para la DSI (cap. IV, n. 470):

“La programación del desarrollo económico debe considerar atentamente la necesidad de respetar la integridad y los ritmos de la naturaleza”.

Es sumamente urgente cortar con este ciclo de desarrollo dentro de las metrópolis que ignora a fenómenos tan vitales como la lluvia y pone en riesgo a sus habitantes.

Todos podemos abonar Cuestiones como cerciorarnos de no tirar basura en espacios que no sean designados para ello y reportar cuando veamos algún alcantarillado bloqueado, pueden hacer la diferencia. Es así que recomendamos a la ciudadanía contactar con el SIAPATEL, al 33 3668 2482, para dar a conocer este tipo de situaciones.

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