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Médico, psicólogo y nutriólogo, conforman la triada perfecta contra
la obesidad. Salud más que belleza, se debe buscar en una alimentación sana.

Rosy Muñoz Miranda

Hablar de las mujeres es hablar de las formas y maneras en las que se han sometido a dietas y tratamientos corporales para lucir delgadas, simplemente por estética. Debería ser una forma de violencia la manera en que una gran mayoría atenta contra su salud, al dejar de comer o evitar
alimentos esenciales para su organismo, así como elegir aquellos que no nutren y solo aumentan la estadística de sobrepeso y obesidad. Hemos contribuido en mantener vigentes culturas machistas que perpetúan conductas nocivas.
En México, el patrón alimentario hace muchos años se regía por los grupos de granos, leguminosas, verduras, tubérculos, etc. La tortilla que viene
del maíz, el frijol, así como el chile, se degustaban habitualmente en las mesas de las familias. Actualmente, ese patrón se ha visto modificado al
consumir alimentos con bajo valor nutrimental y altamente calóricos; evidentemente, vivimos con otras exigencias y estilos de vida, además de adoptar modas y hábitos ajenos.
Aumentamos el sedentarismo y retiramos horarios de comidas sin mediar consecuencias.

ESTILOS DE VIDA
“Si disminuía el consumo de lácteos y carnes, dejaba de dolerme”, asegura Yolks Navarro, al contarme parte de su historia con la comida. Ella vive
con una condición médica llamada prolactinemia, padecimiento hormonal, que muchas mujeres presentan. “Lo que pasa es que confunden los
síntomas”, aseguró.
Con apenas 15 años, y luego de visitar otros médicos, Yolks, llegó con un ginecólogo que trató su padecimiento de manera hormonal. Con los
meses y estudios médicos se dieron cuenta de que tenía un tumor benigno en la hipófisis que presiona la glándula enviando la hormona llamada prolactina a su cuerpo. No hay necesidad de operarlo, y únicamente debe seguir un tratamiento. ¿Fácil? Aparentemente, ya que durante esos años había ocasiones donde presentaba inflamación y dolor.
Ahora Yolks, chef repostera de profesión, tiene 31 años, y siete meses en el proceso de entender cómo la alimentación favorece o perjudica su salud. Se sometió a un tratamiento alternativo, luego de probar con dietas que tenían acompañamiento nutricional, no funcionó. “Un buen día, harta, inflamada, adolorida”, comenta Yolks, eligió la trofología por el conocimiento que había visto en su amiga, ella trabajaba exitosamente en tratamientos
que, en un principio, primero probaba antes de aplicarlos en sus consultantes.

Al inicio fue complicado, prescindir de alimentos tan comunes como la carne; puntualiza que en el comienzo hizo un procedimiento a manera de desintoxicarse, después ha podido consumirlos de nueva cuenta. El resultado ha sido favorable, aclara que bajar de peso fue una consecuencia y no era el objetivo, lo importante era sentirse bien, sin la inflamación generada por lo que consumía.

ADIOS AL DOLOR
Normalizar el dolor en quienes viven con una enfermedad y siguen comiendo lo que no deben es una constante, sobre todo en la población mexicana.
Yolks se dio cuenta que no tenía ni cinco minutos para ella. Se volcó en su trabajo y en ese estresante ritmo de vida que la mayoría comentamos sin
poner una solución de por medio. “Sentimos que es muy fácil ir al súper y comprar el pan” es elegir productos de calidad. Además, comenta que
ahora se da el tiempo de seleccionar alimentos e ingredientes naturales, aunque si algún día la invitan a comer, lo puede hacer optando por platillos
saludables y orgánicos.
“Al final, todo se reduce a que todo es un balance; lo resumo de esta forma: el 80 por ciento de mi vida trato de consumir productos que me nutran y el otro 20 por ciento es fiesta”, concluye Yolks Navarro.

Cada persona es libre de preferir el nutriólogo o la alternativa que le parezca adecuada, razón por la que me di a la labor de entrevistar a la trofóloga Elizabeth Castillo Sandoval, amiga de nuestro primer testimonio. Lleva casi cinco años atendiendo consulta privada. “El término de trofología se define como estudio del alimento, de una manera más específica, ésto va a la bioquímica de los alimentos y, pese a considerarse una pseudociencia,
hay evidencia científica que lo avala, y un Colegio Mexicano de Trofología que lo certifica”, refiere Elizabeth.

Buscar calidad en lugar de cantidad, así como un equilibrio en todas las áreas del organismo es lo que rige, de alguna manera, la trofología.


“Para mí, ésto debería ser integral: integrar ciencia, medicina, necesidades fisiológicas básicas”, asegura Castillo Sandoval al hablar de la imperiosa necesidad de cambiar el rumbo de la salud al sumar más y más casos de enfermedades relacionadas con la ingesta de alimentos.
La clave para Elizabeth, quien ahora está estudiando la licenciatura de Nutrición, está en conocer nuestro cuerpo. Comprender el contexto que
dirige tu alimentación, notar detalladamente qué padecimiento desarrollas, sin olvidar el estado emocional. Finalmente, pide que, si no te ha funcionado el régimen nutricional, te des la oportunidad de un tratamiento alternativo, sin descuidar la parte médica.

MENOS AZÚCAR
Romina González Luévanos es también repostera. Su resistencia a la insulina e hipotiroidismo la “obligaron” a realizar sus propios alimentos; el
nulo consumo de azúcar que debía tener para cuidar su páncreas, hizo que comenzará a elaborar postres sanos, que desde el 2018 comercializa.
“Me acuerdo que siempre me sentía muy cansada, con dolor de cabeza, aletargada, las yemas de los dedos adormecidas, y un desmayo que me
confirmó el diagnóstico”.
Romi, literalmente, sobrevivía en la CDMX, trabajaba durante el día con el estrés como su único acompañante. Sin tiempo para preparar su comida, a los 27 años bebía café la mayor parte del día, consumía comida rápida, y por las noches aliviaba su cansancio con un paquete de galletas
de chocolate como premio.
Después, regresó a Guadalajara, perdió más de 20 kilos, que tampoco eran de importancia estética. Lo que buscaba Romi era recuperar energía.
Antes que nada, se atendió con un médico endocrinólogo, ahora lo hace periódicamente con Luisa Ortega, Maestra en Nutrición Clínica.

La maestra Luisa lleva 13 años en la consulta privada, es licenciada en Nutrición, además de la maestría de la que ya hicimos mención. Tiene
experiencia en pacientes con resistencia a la insulina y una necesidad absoluta de hacer eco en los riesgos que conllevan el sobrepeso y la obesidad.
Al preguntarle su opinión de por qué considera que la mayor parte de las personas hacen “dieta” para verse mejor que por cuidar su salud, inmediatamente respondió: “por ignorancia”.

RESPONSABILIDAD DE TODOS
“Si nosotros, como profesionales, de la salud nos dedicáramos a hacer realmente lo que nos toca, que es a concientizar a la población, quizás la gente dejaría de darle la importancia a lo estético y le daría más interés a la salud”. La profesional de la salud enfatiza en priorizar desde la primer consulta exámenes de laboratorio, y recordar que la obesidad y el sobre peso debe ser una triada: médico, nutriólogo y psicólogo, que recalca la NOM.
Una situación que le parece de cuidado es el movimiento a la gordofobia que se ha ido difundiendo, aclara que no es miedo al activismo que realizan, sino preocupación de los costos que se están pagando por la enfermedad de la obesidad.

Para concluir, la Mtra. Luisa Ortega señala cuáles son los focos de alerta para saber si hay una situación de riesgo que debe ser consultada con un profesional de la salud: “patrones de sueño y conductas alimentarias diferentes como postergar comidas, así como falta de energía para realizar actividades cotidianas”.
La calidad de vida nos la dará la salud. No la belleza.

@arquimedios_gdl

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