“No habrá verdadera acción pastoral si no hay antes caridad en los ministros”
Vicaría de Pastoral
Dentro del camino Pastoral de nuestra Diócesis hemos dado algunos pasos Asamblea tras Asamblea. Confiamos en que ya se ha dado la sensibilización en cada agente de pastoral y en cada estructura suscitando el deseo de la conversión personal y pastoral. Se ha conseguido tener un Objetivo Diocesano, tenemos la mística de la acción pastoral a través de las siete líneas de Acción, entendiendo que cada uno es el animador del proceso pastoral, se han identificado las tres periferias existenciales prioritarias: Familias en crisis, Jóvenes en crisis y Tejido Social roto. Se ha hablado de la renovación de las estructuras diocesanas esperando no quede todo esto en el papel y en un buen deseo de renovación. Entendiendo en los últimos pasos que debemos caminar en la espiritualidad de Comunión y Sinodalidad.
La caridad pastoral tiene como connotación principal la caridad del sacerdote pastor en referencia al Buen Pastor. Sabemos que la clave interpretativa del ser y del actuar del sacerdote es la CARIDAD PASTORAL. Si se entiende ésta, así será la identidad del sacerdote. Para entender esto se necesita un paso muy significativo: el de participar de la Caridad Pastoral de Jesucristo. Así lo presenta PDV en el n. 23 “la caridad pastoral es participación de la misma caridad pastoral de Jesucristo” y más adelante en el n. 70 nos dice: “el sacramento del orden confiere al sacerdote la gracia sacramental, que lo hace partícipe no sólo del “poder” y del ministerio salvífico de Jesús, sino también de su “amor”. Por tanto, la caridad pastoral es participación del amor de Jesús Pastor.
La pregunta obligada sería: ¿Realmente el sacerdote está convencido de esto? Ya que sin la Caridad Pastoral no puede haber una sincera acción pastoral. Hablamos de las diferentes participaciones de Cristo, pero muchas veces no se incluye la participación de su amor/afectividad. Se acepta claramente la participación de la filiación de Jesús, pero cuesta aceptar que participamos de la afectividad de Hijo; se acepta fácilmente que participamos de la misión de Jesús, de su “poder” y de su “ministerio” y que actuamos en “su Nombre”, pero cuesta aceptar que participamos de su amor de Pastor, que es “AMOR DE PASIÓN” (Lc 15,4-10; Jn 10,1ss) Y la Caridad Pastoral del presbítero es participación del amor de Pasión de Jesús Pastor.
En PDV 23 encontramos claro también el punto de partida de la Caridad Pastoral: “La caridad pastoral que tiene su fuente específica en el sacramento del orden, encuentra su expresión plena y su alimento supremo en la eucaristía”. Nos es claro que debemos buscar la unificación de la persona y la vida del sacerdote. Ya que la Caridad Pastoral tiene la función de unificar la vida y la persona del presbítero porque llega a todo y afecta a todo, pero esto supone que la Caridad Pastoral sea el centro vivo del sacerdote, convirtiéndose en amor primero y principal.
El gran reto que tiene hoy la formación inicial y permanente es estructurar al sacerdote desde la Caridad Pastoral y para el ejercicio de la misma Caridad Pastoral. En el caminar de nuestro proceso pastoral busquemos que los primeros en practicar la Caridad Pastoral seamos los sacerdotes.