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Pbro. Armando González Escoto

La civilización humana se ha construido desde sus orígenes con base a una lógica vertical, es decir, una lógica centrada en el valor de una autoridad descendente a la que todos se han adecuado. En esta verticalidad se ubica la revelación de Dios, orden y principio de toda autoridad, de la cual se deriva la autoridad política, la religiosa y la familiar, siempre atenida, además, a una lógica expresada a través del factor masculino, con sus conocidas excepciones, pues en el pasado lo mismo ha habido reinas que sacerdotisas.

Esta lógica vertical nunca tuvo contrastes, tuvo oponentes, disidentes y competidores, pero éstos seguían moviéndose en esa misma lógica vertical, no buscaban abatirla sino sustituir a sus representantes.

El psicoanálisis comenzó a fines del siglo XIX, y una de sus consecuencias fue, por primera vez, debilitar la lógica vertical, haciendo de sus figuras representativas las causas de la neurosis humana primordial, es decir, la figura del padre y de todas las otras representaciones sociales que evoca, así el esposo, el sacerdote, el maestro y el mismo Dios. No obstante, su impacto social no fue tan expansivo ya que no todo mundo se ha sujetado a un psicoanálisis.

Pero de pronto, en el 2007, hacen su aparición las redes sociales, y éstas, sin siquiera pretenderlo, han dado a la lógica vertical de la sociedad un golpe colosal, oponiendo otra lógica, la lógica horizontal, cuya autoridad se vuelve decisiva ateniéndose al factor de la mayoría.

Si el padre de familia pretende enseñar a su hijo una determinada norma de conducta, éste acude a sus redes sociales para escuchar otra opinión, y le llegan cien opuestas a lo que su papá le dice. Lo mismo ocurrirá al profesor en clase, al político, al sacerdote y a cualquiera que quiera apoyar su enseñanza en el principio de una autoridad vertical: porque lo dijo Dios, porque lo dice el obispo, porque lo dice el gobernador, el papá o el marido. La opinión de las demás personas, que anteriormente se conocía a cuentagotas, ahora se puede conocer de manera inmediata, automática, invasiva, por la tecnología de las redes sociales.

Como se ve no se trata de pretender sustituir a los actores de una lógica vertical por otros, sino oponerles otra lógica, la lógica horizontal, el dictado de aquellos cuya autoridad se basa en ser mayoría, pero una mayoría selectiva, es decir, la mayoría de quienes comparten la misma edad, las mismas inquietudes, los mismos recursos mediáticos, y la misma época.

Más que entrar en una guerra de “lógicas”, el trabajo pastoral de la Iglesia debería ser construir una nueva síntesis que permita reconstruir la sociedad humana en nuevos términos, tomando de una y otra lógica los aspectos positivos y permanentes, la Iglesia lo ha hecho en otros momentos de la historia, y lo ha hecho bastante bien, basta con que sacuda su actual aturdimiento y recupere sus principios fundamentales.

armando.gon@univa.mx

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