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Editorial #1227

Después de las pandemias, en la historia de la humanidad han surgido corrientes culturales y periodos artísticos importantes, como el Siglo de Oro o el Renacimiento.

Los creadores y artistas, y los organismos culturales nacionales e internacionales, a través de las tecnologías de la información y la comunicación, han hecho posible el acceso a los bienes culturales de manera gratuita para todos, y surge la pregunta si esto debería continuar para que la población siga disfrutando del gran acervo cultural, pues el acceso a la cultura es de interés público general.

Durante la pandemia, entre otras acciones, la cultura ha contribuido a combatir la violencia intrafamiliar, gracias a la organización de diversos eventos artísticos y visitas virtuales a museos.

Entre las personas que tienen acceso a medios digitales, el confinamiento que se vive ha hecho que la gente utilice su tiempo para leer, escuchar música y ha tenido acceso a museos, a conciertos, teatro y cine virtuales, pero no el grueso de la población.

Esta contingencia nos permite pensar y crear un mejor futuro. Esta crisis de salud está permitiendo que el planeta descanse del impacto ambiental de la humanidad; pero también que abandonemos el acelerado ritmo de vida que no nos permite pensar en un mejor futuro.

Nos obliga a revalorar el trabajo de quienes se dedican al arte, a la educación artística y al vínculo entre ciencia y humanismo, ya que la economía cultural ha sufrido una parálisis absoluta que ha sido imposible solucionar con lo digital.

Hoy necesitamos que la cultura siga significando un ámbito de libertad, de ejercicio de nuestras libertades y obligaciones y que nos lleve a un encuentro cada vez mayor como seres humanos.

En países avanzados, los trabajadores de la cultura cuentan con seguridad social y seguro de desempleo, pero en México los creadores y artistas culturales están muy lastimados, como otros sectores, en sus condiciones de vida.

La cultura es una actividad esencial en tiempos de pandemia, pues nos vuelve verdaderamente humanos. Dejarla sin apoyos nos está condenando a padecer una enfermedad espiritual de la que tardaremos mucho tiempo en recuperarnos.

Cuando la actual contingencia del Covid termine, lo deseable es que pueda surgir un nuevo humanismo, donde se ponga en el centro a la cultura, a las personas, a la cooperación internacional y el combate a la pobreza con una economía con rostro humano. Esa si sería una nueva globalización, poniendo a la cultura como eje de la transformación social

Tenemos la oportunidad para pensar en cómo construir una sociedad crítica y creativa, en cómo hacer de esta pandemia una oportunidad, porque la cultura es capaz de transformar aquellos lugares donde hay violencia y marginación.

En la presente edición de Semanario, algunos periodistas y comunicadores galardonados con el Premio Ruiz Medrano, nos ofrecen sendas reflexiones acerca de la importancia de la cultura como articuladora de nuestra sociedad, con textos como “la cultura se reinventa en la pandemia”, o sobre “la cosecha de la cultura integral heredada”, y la necesidad de apoyar a los creadores de cultura.

@arquimedios_gdl

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