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XXVIII DOMINGO

¿Puedo agradecer “todo” lo que me ha sucedido en la vida?

Pbro. J. Jesús Suárez Arellano

¿QUÉ NOS DICE DIOS EN ESTE DOMINGO?

2 Reyes 5, 14-17: Naamán, un extranjero, pidió al profeta Eliseo que lo curara de la lepra en el nombre del Dios de Israel… Cuando se vio curado, lleno de gratitud, renunció a la idolatría y prometió dar culto sólo al Dios de Israel…
Salmo 97: Dios obra maravillas, él es justo y amoroso, por eso, toda la tierra debe alegrarse y aclamarlo…

2 Timoteo 2, 8-13: Acuérdate de Jesucristo que ha conquistado la salvación para nosotros, por él vale la pena sufrir, pues nadie puede encadenar su palabra… Hemos de creerle pues él es fiel…
Lucas 17, 11-19: Jesús curó a diez leprosos… Pero solamente uno, que era samaritano, regresó a darle gracias. El Señor alaba su fe y lo declara salvado…

REFLEXIONEMOS JUNTOS:

El evangelio nos describe dos tipos de reacciones entre quienes fueron curados por Jesús: los que no agradecieron pues, tal vez, pensaban que, como judíos, merecían ese milagro y el extranjero agradecido que reconoció que fue objeto de una gracia especial y, por eso, volvió para agradecer. Los primeros sólo quedaron limpios de su cuerpo, el segundo también es salvado integralmente… Parece que cuando una persona experimenta gratitud sincera y profunda – Naamán el sirio, el salmista, Pablo y el samaritano curado de lepra – abre una ventana a una transformación más profunda y puede ser salvada por Dios… La gratitud lleva a la confianza en Dios… ¿Sé agradecer los dones que recibo de las personas y de Dios?

Hoy, para comprender mejor estas narraciones de las sanaciones de estos dos extranjeros: el sirio y el samaritano, vale la pena recordar que nuestras palabras salud y salvación proviene de la misma raíz latina “salus”… Y también podemos pensar en un proceso de sanación que comienza purificando las afecciones de la piel y culmina en las del alma…

Nosotros valoramos nuestro bienestar y nuestra salud; sobre todo, si no los tenemos… ¿Soy de las personas que valoran su salud sólo cuando no la tengo? ¿Cómo se encuentra mi salud física, emocional y espiritual?

En la primera lectura vemos a Naamán que se responsabiliza de su proceso de sanación: él obedece humildemente al profeta y se baña siete veces en el Jordán; repetidamente hasta quedar renovado en su piel… Luego, regresa y quiere ofrecer un regalo externo… Hasta que, ayudado por Eliseo, comprende que es él mismo quien debe consagrarse al Señor para siempre…

Estas narraciones nos invitan a entrar en un proceso de crecer en salud. Proceso que comienza por descubrir a Dios como fuente de salud y que continúa descubriendo que hay niveles: desde el corporal pasando por el emocional/mental hasta llegar al espiritual… Varias veces en el evangelio presenciamos cómo Jesús, después de curar el cuerpo, dice a la persona “vete no peques más”, “levántate”, etc. Así, Jesús vincula y concatena los diferentes niveles de la salud…

Necesitamos descubrir qué es lo que nos enferma en la vida y qué es lo que hace que nos sintamos saludables… ¿Percibo la relación que existe entre lo que me enferma y me sana con mi espiritualidad?

Algunas veces hablamos de personas que no sólo están enfermas, sino que contagian esa enfermedad a su alrededor… Pero, también necesitamos descubrir si nosotros mismos también vamos por la vida “enfermando” a los que nos rodean, a nuestros ambientes, con nuestros egoísmos, rencores, envidias, heridas abiertas, dolencias emocionales crónicas, procesos inconclusos, etc. Ante esto, tenemos que desarrollar un sentido de autocuidado para no “contagiarnos” de quienes a nuestro alrededor esparcen “enfermedad”, pero también, debo cuidar para no “contagiar” a otros de mis propias afecciones… ¿Contagio desequilibrio o contagio salud?

Debemos convertirnos en personas que practiquen un estilo de vida “saludable” en lo corporal, lo psicológico y lo espiritual; es decir, practicar hábitos saludables, como caminar y/o hacer ejercicio físico, meditar y reflexionar, respirar profundamente, orar y cultivar el conocimiento y la amistad con Jesús, leer/meditar/aplicar la Palabra y otros buenos libros, tener un acompañamiento espiritual constante, ofrecer servicios caritativos a personas enfermas o marginalizadas, etc.… Y recordemos que es la gratitud la que nos hace seguir avanzando de un nivel a otro en nuestro proceso de salud personal y comunitaria… ¿Cuáles de estos hábitos practico y cómo haré para ejercitarme en los que me faltan?

Dios posee fuerza curativa y sanadora pero, lo que cada uno obtenga de él, dependerá de la actitud con la que se le acerque… Las mejores actitudes son la humildad y la gratitud. Quien es agradecido se mantiene siempre en crecimiento a pesar de las crisis y los malos momentos… La gratitud nos hace trascender… La gratitud nos salva, lo dijo Jesús… ¿Agradezco TODO lo que he recibido de la Vida?

TE PROPONEMOS LOS SIGUIENTES EJERCICIOS PARA QUE TE ENCUENTRES CON DIOS DURANTE LA SEMANA:

Pregúntate:
¿Cuáles son las enfermedades de mi cuerpo?
¿Cuáles son las enfermedades de mi mente y de mis emociones?
¿Cuáles son las enfermedades de mi espíritu? Y ¿Encuentras alguna relación entre estos tres niveles?

Haz una lista de todas las cosas que hoy debes agradecer a las personas que te rodean… En un ejercicio de visualización, agradece a cada una de ellas… En los próximos días, agradece verbalmente a las que veas o puedas llamar… Date cuenta que la gratitud te lleva a cultivar el desapego y los falsos merecimientos…

Durante esta semana, en tu oración, agradécele al Señor todos los dones que su cercanía y fidelidad te regalan… Agradece la posibilidad de salvarte del egoísmo que te aísla de la fraternidad… Agradece también por las enseñanzas que recibes a través de las limitaciones físicas, el dolor y la enfermedad… Agradece los momentos de crisis que te hacen más humilde y agradecido…

@arquimedios_gdl

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