Nicolle Alcaraz
Los migrantes extrañan los olores y sabores de su tierra en estas fechas pero sobre todo, el abrazo fraterno y la cercanía de la familia. La Casa del Migrante trabaja en favor de aquellos que tuvieron que dejar su país en busca de mejores condiciones de vida.
¿Qué planes tienes para Navidad? Seguro ya fuiste a una que otra posada; organizado un intercambio, o te has apurado a realizar la compra de los regalos que obsequiarás y la cena que muy probablemente habrás de disfrutar en compañía de tus seres cercanos.
Aunque estas fechas lucen rebosantes de alegría, existe también un gran cúmulo de individuos, más de 1 millón en nuestro país, para quienes estos días son un recordatorio de la lejanía. De lo que alguna vez representó un momento de gozo con sus familias, pero que hoy suscita nostalgia. Inclusive, una festividad que jamás pudo ser celebrada debidamente porque no se tenían los recursos para hacerlo, como ocurre con las personas migrantes.
No había dinero para celebrar la Navidad
“Pues allá [en Haití] no festejaba Navidad. Casi no había dinero y pues no se podía ni comer”, comenta Eliú, un joven de 23 años que tuvo que dejar su país y, con él, a su hija de tan solo un año, para emprender camino rumbo a Estados Unidos buscando un trabajo que le permitiera asegurar su bienestar y el de su familia.
Más de 6 mil personas que fueron retenidas en Tapachula, Chiapas, bajo la promesa del Instituto Nacional de Migración de ser reubicados y regularizados, comenzaron por su cuenta un recorrido a lo largo del país, a partir del 23 de octubre, tras haber permanecido varados por meses en la zona y sin respuesta alguna.
Si bien Eliú ya inició con su solicitud de visa para refugiados desde hace un par de meses, aún sigue sin recibir información respecto al proceso, imposibilitando su entrada en el mundo laboral.
Por si fuera poco, el pasado 6 de diciembre también se dio luz verde a la reactivación del programa “Quédate en México”, medida que obliga a las personas migrantes a quedarse en el territorio nacional, mientras se llevan a cabo los procesos necesarios para solicitar asilo en EE.UU., lo que puede llevar varios años, además les niega la posibilidad de solicitar una visa en nuestro país para poder laborar y, por ende, sobrevivir, durante ese periodo. Convirtiendo en un simple espejismo el deseo de 8 de cada 10 migrantes, quienes arriban a este país con la esperanza de poder cruzar la frontera norte.
La Casa del Migrante
Precisamente, durante la Navidad del 2012 fue inaugurada de manera oficial la Casa del Migrante, una fundación dedicada a dar asilo, comida, asesoría y demás recursos para aquellos viajeros que acuden a sus instalaciones ubicadas en la colonia Cerro del Cuatro.
Este esfuerzo, liderado por el padre Alberto Ruiz Pérez y auxiliado por las Misioneras de la Eucaristía, ha apoyado a miles de personas.
En la actualidad, la Casa del Migrante, está ocupada al 50%, tras el arribo de la caravana de migrantes provenientes de Haití, en donde se hospedan 3 mujeres embarazadas, además de 20 niños y 30 adultos.
Si bien, ordinariamente se recibía a las personas en periodos de máximo una semana, desde hace más de un año por la pandemia, se permite que la gente se quede de manera indefinida, debido a que las condiciones sanitarias hacen más riesgoso y difícil su camino por México.
Aunado a los servicios comunitarios, como lo son los comedores, la atención psicológica y médica y la asesoría jurídica, la Casa del Migrante, también cuenta con otro espacio denominado “Hábitat el Refugio”, donde se hospeda a familias enteras durante seis meses para permitirles estabilizarse y ahorrar lo suficiente para su independencia sin necesidad de separarlos.

Por otro lado, el personal trabaja en un nuevo lugar: El albergue de San José, en donde se planea recibir a niños y mujeres, con el fin de garantizar su comodidad y seguridad.
Navidad: recuerdo de dos nacimientos
Navidad en la Casa del Migrante es un momento para celebrar el nacimiento de Jesús, pero también el surgimiento de esta misma iniciativa. Por lo que ya desde hace varios días es común ver el árbol iluminado, como ícono de las festividades próximas y también el comienzo de los preparativos para la cena de agradecimiento que suele llevarse a cabo el 25 de diciembre.
Esto es posible a través de los donativos, muchas veces se acostumbra preparar platillos típicos de los diferentes países de donde provienen los peregrinos.
Se extrañan los sabores
Ismael, un joven de 25 años originario de Honduras narra cómo viven la Navidad lejos de su país añorando sus platillos.
“Pues acá tratan de convivir con nosotros, en el sentido que nos preparan las comidas típicas de allá de Honduras. Tratan de hacer que nos sintamos como en casa para esta época y nos preparan comida que nosotros comíamos allá (…) una piernita de cerdo en el horno, un pollito horneado, también unas baleadas”. (La baleada, es una sencilla tortilla de harina de trigo con frijoles fritos y queso rallado o diversos guisados).
Ismael lleva más de 5 años en México y labora en la misma Casa del Migrante. Comenta que lo que más extraña en estas festividades es estar con sus seres queridos, pero ahora que ya ha tenido oportunidad de asentarse y formar su propia familia, compuesta por su esposa y su hija Sofía, de tan solo tres meses de edad, se siente mucho más feliz y seguro respecto a su futuro.
“A mí me gusta vivir cerca de aquí del templo, porque aquí yo sé que cualquier cosa el Padre me apoya. Si se me pone mala la niña o algo. Aparte yo sé que siempre el Padre me echaría la mano. Pero gracias a Dios que todo ha salido bien y pues acá estamos juntos en comunidad”, explica.
De poco en poco, sale para todos
El Padre Alberto Ruiz Pérez dijo que, “normalmente diciembre a todos nos sensibiliza y afortunadamente es el mes en el que más personas tienen la oportunidad de venir a donar el desayuno, la comida o cena. Ya sea el mismo Día de Navidad o días antes o posteriores”.
El director de la Casa del Migrante invitó a colaborar con la causa para asegurar la ejecución de esta bonita tradición. La comunidad puede apoyar llevando insumos como pañales, toallitas y leche en polvo, para los más pequeños.
El Padre Ruiz Pérez agregó que “aunque falta hospitalidad de mucha gente, en México ya son más los que apoyan (…) ya que por experiencia personal me he dado cuenta que por cada mexicano que dice no a los migrantes, hay otros diez que dicen sí y que, al final de cuentas, lo que estas fechas nos invitan a hacer es a querernos como hermanos”.
Aunque no se tienen cifras de cuantas personas arribarán a Jalisco, el presbítero confía en que los migrantes “continuarán avanzando y cruzarán”, esto debido a que ellos “son personas llenas de fe, que están huyendo de situaciones de vida plagadas de violencia, inseguridad, hambre, etc; por lo que se vuelven radicales y terminan sorprendiéndonos al revelar su deseo y convicción de defender su vida y de quienes los acompañan”.
Al respecto la encíclica Fratelli tutti (Cap. I, art. 41) del Papa Francisco: “Comprendo que ante las personas migrantes algunos tengan dudas y sientan temores. Lo entiendo como parte del instinto natural de autodefensa. Pero también es verdad que una persona y un pueblo sólo son fecundos si saben integrar creativamente en su interior la apertura a los otros. Invito a ir más allá de esas reacciones primarias, porque (…) el miedo nos priva así del deseo y de la capacidad de encuentro con el otro”.
Información de contacto
Todos los interesados en apoyar, pueden dirigirse a:
- Dirección: Constitución 300, Cerro del Cuatro, CP 45599, San Pedro Tlaquepaque, Jal.
- Teléfono: 33-36-75 14-75.
- Horario de recepción de donativos: Todos los días, de 9:00 am, a 7:00 pm