Nicolle Alcaraz
A casi dos años de la primera aparición del virus SARS-COV-2, muchos de nosotros seguramente hemos reflexionado respecto a qué factores nos llevaron a vivir esta situación y, sobre todo, qué se puede hacer para prevenir que algo similar vuelva ocurrir.
Si bien, existen muchos motivos por los cuales ciertas enfermedades se convierten en pandemias, y otras no, de acuerdo al Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y otros expertos, cuestiones como la destrucción de hábitats naturales, el tráfico de especies y el cambio climático, son situaciones que facilitan la transmisión de los diferentes agentes que terminan por enfermarnos, conocidos como patógenos.
¿Cómo ocurre?
Para empezar, es importante saber que dos de cada tres enfermedades e infecciones actuales provienen de animales silvestres. A este fenómeno de transmisión entre otras especies y humanos se le conoce como zoonosis. Sin embargo, en la naturaleza, cuando todo se encuentra en equilibrio, los virus o bacterias suelen distribuirse entre diferentes seres vivos. Por lo que las personas no solemos encontrarnos cara a cara con estos patógenos, sino que son interceptados por algún otro ser, antes de poder llegar a nosotros.
Sin embargo, al alterar la armonía de los ecosistemas, ya sea mediante acciones como la tala, la minería, la urbanización, y sobre población del mundo, el comercio de especies exóticas en lugares donde no pertenecen, o la explotación agrícola, vamos destruyendo las barreras que la propia naturaleza había trazado para nuestra protección. Lo que nos vuelve un blanco mucho más accesible para estos microorganismos.
Posibles acciones
Como sabemos, la pandemia también trajo consigo grandes crisis a nivel económico. Las severas medidas de distanciamiento obligaron al mundo a frenar su acelerado ritmo de vida, etapa a la que se le ha denominado “antropausa”. Refiriéndose a la interrupción humana que vivimos a nivel colectivo.
Por ello, los gobiernos de diversos países se encuentran ansiosos de normalizar los diferentes procesos productivos que fueron frenados, y poder así mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos. Pero los expertos, tras esta crisis sanitaria global, nos advierten: si decidimos mantener nuestras antiguas formas de producción, basadas en la destrucción y explotación de hábitats, “la del Covid-19 no será la última pandemia a la que nos tendremos que enfrentar”.
Es por ello que la ONU llama a que las naciones elaboren planes de reactivación que pongan a la naturaleza como base, con el fin de garantizar la rentabilidad y prosperidad de los negocios, pero también nuestra supervivencia.
Ya que, según el Dr. Jeff Parrish, director global de océanos, tierra y agua para la organización The Nature Conservancy (TNC): “el costo de no hacer nada [por el cuidado medioambiental] es mucho mayor [que lo que se pretende ahorrar al pasarlo por alto] “, sobre todo porque acorde al Foro Económico Mundial, “la mitad del PIB global depende en gran medida de la naturaleza.
¿Cuánto invertimos en pro del planeta?
El informe Greenness of Stimulus Index 2021, elaborado por Vivid Economics, menciona que de 30 naciones, solo cuatro han optado por planes de recuperación económica que califican como “verdes”. En el caso de México, no solo no han anunciado medidas en favor de medio ambiente, sino que las que las que se reportaron tendrán aportaciones negativas. Esto debido a que en nuestra nación se ha optado por una “financiación del sector energético con apoyo incondicional para la industria de refinación y varios proyectos de infraestructura de transporte y energía contaminante”, ignorando el llamado que la ONU, y otros organismos, han hecho en favor de la preservación y cuidado del medio ambiente.