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Editorial

Ardió el bosque y se afectó la floración del Tepame, huyeron las serpientes, y las crías del tlacuache. Ya no se escucha el picoteo de los pájaros carpinteros, ni las catarinas se comen a los pulgones, y tampoco los grillos cantan en la noche.

Desde el jueves 1 de abril, parte de la ciudad se llenó de ceniza, se inundó de humo y el olor a quemado por un incendio que duró 77 horas y que arrasó con al menos 4 mil 500 hectáreas del área natural protegida. Durante 4 días, más de 500 brigadistas trabajaron en el paraje Las Canoas, frente a cinco lugares que fueron apagando conforme pasaron las horas. El fuego se logró controlar el domingo.

En los lugares donde no ardió el bosque podemos observar los aleteos de la mariposa anartia o pavón blanco; entre las espinas surge la flor del nopal; fructifican los árboles del amate; se disemina el polen de los pinos; surgen flores en el encino. Nacen los polluelos del cernícalo, esa ave falconiforme que vive en este bosque y que los tapatíos le llamamos halconcillo.

Los estudios de los ingenieros ambientalistas establecen que el bosque La Primavera nos da a los tapatíos un gran beneficio ambiental, pero esta presencia humana aumenta la presión sobre el bosque y se da la paradoja de que más gente quiere vivir en él, porque es más sano, pero esa presencia humana daña el bosque, se originan más incendios, deforestación, afectaciones a la fauna, pérdida de zonas de infiltración de agua.

El bosque La Primavera es un bien público para todos los tapatíos, pero no somos sus dueños.

Los propietarios del bosque construyen fraccionamientos ecológicos porque aumenta la demanda de casas, con esa nueva cultura del medio ambiente que prendió en las clases medias altas de la zona metropolitana. Disfrutan el bosque, pero lo ahorcan.

Una acción urgente es regular la cantidad de personas que entran al bosque en temporada de estiaje. Alrededor de 40 mil personas van al bosque en los tres días santos y no hay regulación, ni registro, ni control.

Proponemos reflexionar en estas frases de Laudato Si, del Papa Francisco: “¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan? Lo que está en juego es nuestra propia dignidad. Somos nosotros los primeros interesados en dejar un planeta habitable para la humanidad que nos sucederá”.

En Laudato Si, el Papa expresa que “la tierra que recibimos pertenece también a los que vendrán”. Las nuevas generaciones de jaliscienses debemos tener una nueva cultura ambiental y una conciencia muy clara de lo que representa el cuidado del medio ambiente, y en particular de nuestros bosques, ríos y playas.

Tags: Incendio

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