«María es una mamá que cuida a los hijos para que crezcan más y más,
crezcan fuertes, capaces de asumir responsabilidades,
de asumir compromisos en la vida, de tender hacia grandes ideales».
Papa Francisco
Fernando Díaz de Sandi Mora
Las tradiciones son fundamentales para el sentido cultural y la identidad de las personas, son parte de la interpretación y la manera de asumir la realidad que se vive, traducida en acciones que giran en torno a esa costumbre.
Desde hace siglos, la Romería, una peregrinación que acompaña el regreso de la imagen de la Virgen de Zapopan a su Basílica después de su caminar a lo largo del año visitando las distintas parroquias de la diócesis, se ha convertido en una de esas tradiciones implantadas en la memoria y en la realidad del 12 de octubre de cada año. Sin embargo, el riesgo de acostumbrarse a veces nos lleva a diluir el sentido y propósito de las prácticas que incorporamos a nuestro sistema de vida, y terminamos haciendo las cosas en automático, sin saber siquiera por qué o para qué las estamos haciendo.
Considero oportuno reflexionar y concientizar sobre el hecho de caminar acompañando una pequeña imagen revestida de gala y rodeada de cantos, vítores, rezos y vendimia, en donde por unos horas, miles de personas se vuelcan a las calles, ofreciendo toda suerte de danzas, alabanzas, rodillas destrozadas, pies descalzos, y expresiones de fe que acompañan un evento multitudinario que se queda en colorido, fiesta y devoción del pueblo católico que se depositan en esos escasos 30 centímetros de una imagen bellamente ataviada que retorna a su santuario.
Pero… ¿Qué sucede después que la imagen de la Virgen de Zapopan es depositada en su nicho y los romeros vuelven a sus vidas cotidianas? Tristemente, todo quedó en pura fiesta…
Ojalá que este año la Romería continúe en el peregrinar de la vida: que se contagie ese amor expresado al interior de los hogares, que esa solidaridad y unidad que grita al unísono el nombre de la bendita imagen, también exija el respeto a los derechos de los más vulnerables; que toda esa alegría se extienda a todas las áreas de la vida; en pocas palabras, que la tradición se nos haga vida, que se traduzca en acciones positivas reales, auténticas, llevadas a los planos de la realidad de toda la sociedad.
Hagamos que la Romería no sea solo acompañar una imagen. Que se convierta en el inicio de una nueva forma de caminar en la vida bajo la mirada amorosa, el amparo y el ejemplo de María, una mujer que hizo de su vida una oración, y de su ser entero, una forma de traer a Dios a este mundo.
No hay mejor forma de venerar a una madre que convertirse en hijos de los cuales pueda sentir orgullo.
Facebook/Fernando D´Sandi
1 comment
LA PIEDRA EN EL ZAPATO ES DE LAS MEJORES NOTAS QUE NOS COMPARTEN, NOS HACE PENSAR Y REFLEXIONAR. OJALÁ PODAMOS TENER MÁS DEL AUTOR, ALGÚN CURSO O CONFERENCIA DONDE PODAMOS VERLO?
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