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Jorge Iván García Morando,

UNIVA

Si hoy la sociedad se ostenta como una sociedad global, donde los nativos digitales mantienen su estatus generacional según los avances tecnológicos y donde las diversas políticas educativas dan saltos de alegría porque están a un “click” de la conectividad, la vanguardia y quizá de la reducción de la “brecha generacional, económica y educativa” que nos separa con los países que tiene mejor ranking en el top ten de la educación básica: ¿por qué nos parece que estamos presenciando una de las mayores paradojas en la educación? ¿Nuestros maestros están preparados para enfrentar la educación en línea? O ¿nuestras familias? O ¿nuestros alumnos y alumnas?

Adaptándonos a los tiempos

No cabe duda que esta pandemia y los reajustes en el ciclo escolar han generado más incertidumbres, sentimientos encontrados, tiempo perdido por miles de niños y niñas en educación preescolar, primaria y secundaria, además del reajuste del presupuesto y de la prioridad familiar en los temas de educación, salud y sustento; sin dejar a un lado que, si de por sí la educación presencial presenta un gran tema de desigualdad.

¿Será que la educación a distancia, con clases por televisión o radio y en línea, nos lleven a reducir la discriminación o la desigualdad o a garantizar el derecho a la educación?

¡Vaya reto que tienen nuestros docentes!

Sobre todo, a la hora de establecer ejercicios didácticos y de aprendizaje que ayuden al reforzamiento de determinados conocimientos, o bien, cuando se trata de encontrar la dinámica más pertinente para reforzar valores de compañerismo, de igualdad, de formar grupo, de solidaridad o de empatía.

Sobre todo considerando que el promedio de integrantes por familia es de cuatro personas  con diferencias de edad, y bajo el supuesto de que estarán niñas, niños y adolescentes bajo el cuidado de un adulto; o bien, damos por hecho que toda familia y docente cuenta con un televisor, radio, computadora, laptop, celular, Smartphone –teléfono inteligente- o internet con el que se garantice que el mensaje y la información es adecuado para cualquier tecnología de la información y comunicación, donde el alumno o alumna no se pierde en la inmensidad de datos.

Amigos y enemigos

En esta paradoja, reinterpretamos y bendecimos las redes sociales con fines educativos, donde no más de unos meses se satanizaban o no pasaban de ser meros centros de distracción, “pérdida de tiempo” en horas clase, medios de oportunidad para exponer un abuso, enterarse de la vida de los demás, subir un chiste o video gracioso.

Sin embargo, ahora se han convertido en la herramienta por “excelencia” para hacer llegar las instrucciones, tareas y comunicados oficiales.

Damos por sentado que él o la docente cuenta con un respaldo suficiente de preparación y capacitación para el manejo de las nuevas tecnologías de la información y comunicación, donde los diversos insumos han sido previamente proporcionados por la autoridad educativa.

Sin dejar de mencionar, que damos por supuesto que nuestras y nuestros maestros, están exentos de los impactos psicosociales y emocionales que generan los espacios, la contaminación auditiva, o la infraestructura no idónea para la educación, el cumplimiento de los diversos roles, el confinamiento, la incertidumbre laboral, la estabilidad familiar, la violencia intrafamiliar, de género o infantil.

En fin, hoy el docente más que nunca debe de responder a estas paradojas con su vocación hacia la educación aun si ésta es a distancia, en línea, por televisión o por la radio.

@arquimedios_gdl

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