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Karime Ramos Godoy

“Para que pueda hablarse de un auténtico desarrollo, habrá que asegurar que se produzca una mejora integral en la calidad de vida humana, y esto implica analizar el espacio donde transcurre la existencia de las personas. Los escenarios que nos rodean influyen en nuestro modo de ver la vida, de sentir y de actuar. A la vez, en nuestra habitación, en nuestra casa, en nuestro lugar de trabajo y en nuestro barrio, usamos el ambiente para expresar nuestra identidad. Nos esforzamos para adaptarnos al medio y, cuando un ambiente es desordenado, caótico o cargado de contaminación visual y acústica, el exceso de estímulos nos desafía a intentar configurar una identidad integrada y feliz” (Laudato si, n. 147)

No se puede hablar de desarrollo si no hace crecer al ser humano

Si el desarrollo se justifica sólo por el incremento en el dinero, no es desarrollo; hablando de desarrollo urbano, para que este sea verdadero “desarrollo”, crecimiento, progreso, debe beneficiar económica, ecológica, arquitectónica y moralmente al hombre. O, de otro modo, no cumple su cometido y no nos acerca al bien común.

Hay que dejar de “echar culpas” o “pasar la bolita”. El desarrollo urbano tiene que ir siempre de la mano del cuidado estricto del medio ambiente o sólo perjudica. El desorden de poderes y sus alcances nos ha llevado a que muchos se escuden en huecos normativos para desarrollar por el simple hecho de obtener un beneficio pecuniario y no uno integral.  Otros abusan del poder político para permitir la urbanización sin que las zonas lo permitan, perjudicando directamente a la flora y fauna y decrementando la calidad de vida humana.  

Ese desorden sólo tiene arreglo si todos ponemos de nuestra parte:

  • Empresarios y desarrolladores: utilicen los medios ecológicos y éticos de generar empleos, de construir y conservar el medio ambiente;
  • Gobernantes y políticos: absténganse de entrar en luchas de poder y círculos de corrupción autorizando lo que saben y está escrito, debería prohibirse;
  • Ciudadanía: cuestiona ordenadamente toda obra que sea de impacto para tu ciudad, haz equipo con organizaciones de la sociedad civil ocupadas del cuidado de la Casa Común.

Decían los abuelos “lo que mal empieza, mal acaba”. Nada moralmente bueno, de la mano de la ética y que sea en beneficio del hombre pudo haber empezado acatando acciones en contra de lo bueno, lo ético, acciones incompletas o corruptas.

@arquimedios_gdl

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