Abel Campirano Marín
Una pluma, tiene tanto poder de destrucción como un arma. Buen cuidado debemos tener quienes nos dedicamos al noble oficio de la comunicación, de saber emplear con tino, prudencia, decoro, moderación y profunda sensibilidad ese instrumento que inofensivo por sí solo, en las manos inadecuadas puede causar la muerte moral.
El compromiso que conlleva escribir y publicar es enorme; en nuestras manos está hacienda y honor y no podemos actuar irresponsablemente porque la conciencia nos impone hacerlo con la precisión y objetividad requerida pero no solo eso, sino que hagamos nuestra tarea con eficiencia para servir de orientadores a la sociedad.

La confianza que tienen los lectores, los radioescuchas o los televidentes es enorme en aquellos que tenemos el privilegio de ser comunicadores y gozar de la plataforma de difusión que nos brindan la prensa escrita, la radio y la televisión.
La gente cree lo que le decimos y por ello debemos ser cuidadosos al máximo con nuestras palabras y con nuestras formas.
Por esa razón, en los esfuerzos por la construcción de la paz, por la convivencia armónica, los medios desempeñan un papel de vital importancia que no puede descuidarse ni un ápice. La congruencia entre palabras y acciones, entre pensamientos y hechos debe ser absoluta y además impoluta: sin mancha.
Podremos construir la paz con un mensaje claro, preciso, auténtico y que lleve inmerso siempre la bondadosa palabra del Divino Maestro, supremo orientador de nuestra conducta y punto de referencia permanente en nuestra labor de comunicadores.
El honor de ver nuestro nombre publicado en un periódico, de que miles nos escuchen a través de las ondas hertzianas o nos vean en la televisión implica enorme responsabilidad. Asumamos con valentía el reto de construir la paz desde nuestra Atalaya de privilegio que no lo tendríamos si nos fuese sido dado de Arriba. Es parte de nuestro apostolado.
Comunicadores, todos, vamos uniendo nuestras manos para juntos construir la paz en nuestra sociedad. Es nuestro reto. Podemos cumplirlo. En nosotros está.