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Consideraciones pastorales sobre la confianza en las instituciones, creencias y prácticas religiosas en la zona metropolitana de Guadalajara.

Pbro. Ernesto Hinojosa Dávalos

En el reciente estudio hecho por la agencia encuestadora Polimetrix para el Semanario Arquidiocesano de Guadalajara, sobre confianza en las instituciones, creencias y prácticas religiosas en la zona metropolitana de Guadalajara, los resultados son muy reveladores. A continuación, señalo algunas consideraciones.

Confianza en las instituciones

Como ha sido una constante en los últimos decenios, la confianza que los habitantes de la zona metropolitana de Guadalajara tienen a las corporaciones que están al servicio de la sociedad es grande y así lo manifiestan los porcentajes más altos de confiabilidad, los Bomberos destacan por ser los mejor calificados (96%), seguidos por Protección Civil y la Cruz Roja. Existe una gran sensibilidad de la población hacia estas instituciones integradas mayormente por voluntarios, considerados como los verdaderos héroes de la sociedad.

Es una lástima que estos organismos cuenten con tan bajo presupuesto público. Entre los católicos, por debajo de estas instituciones está la credibilidad que dan a la Iglesia con un 53% de opiniones favorables. El porcentaje es lastimosamente bajo.

Es evidente que existe una deficiente comunicación entre la Iglesia institucional y sus fieles laicos, provocando confusiones y malos entendidos que no quedan solo en lo superficial, sino que alcanzan temas importantes que aunado al desconocimiento doctrinal, tocan la vida y costumbres de los creyentes, es decir, la disociación entre fe y vida es notoria.

Pero lo que es más riesgoso, en todo sentido, es la falta de confianza que la población en general tiene hacia las instituciones y servidores públicos. Estos órganos fundamentales para el funcionamiento de la sociedad no cuentan con el aprecio de los ciudadanos.

El distanciamiento de lo político, provocado por el hartazgo que la ciudadanía padece por la violencia, la inestabilidad económica y la corrupción pone en riesgo la democracia. El buen funcionamiento de la sociedad es tan importante que no es posible delegarlo solo a los políticos y funcionarios públicos.

Los partidos políticos, un mal necesario de la democracia, son los peores evaluados con un 9% de confiabilidad.

Creencias

Tradicionalmente se han considerado el centro y el sur como las regiones más religiosas del país, la arquitectura, la danza, las reliquias y la devoción popular dan cuenta de ello. Sin embargo, avanzado el proceso de descristianización emprendido por la secularización, también es evidente que las nuevas generaciones viven sin tantas expresiones religiosas como antaño.

De hecho, parece aumentar el porcentaje de las personas que se declaran sin religión (23.8%); no significa que no crean en la divinidad o en un ser supremo o superior, más bien creen de manera diferente a lo culturalmente acostumbrado.

Poco a poco crece la idea en muchos padres de familia de no inculcar a sus hijos religión alguna hasta que éstos decidan por sí mismos.

La pureza o conocimiento de la propia fe tampoco es fuerte en muchos católicos. Indicativo de esta afirmación es que entre los católicos la creencia en el karma (70.2%) es mayor que la devoción a los santos (69.6%). O se tienen dudas permanentes sobre Dios o la resurrección de Jesucristo que no buscan ser resueltas de manera adecuada y crecen constantemente, disminuyendo el vínculo religioso y espiritual con la propia fe y su consiguiente práctica.

En un tema fundamental de la fe católica como lo es la resurrección, entre los cristianos es más elevado el porcentaje de creyentes en la vida después de la muerte que entre los católicos; recordamos las palabras del apóstol de los gentiles cuando dice: “Y si Cristo no resucitó, la fe de ustedes es inútil” (1Cor 14,17).

Un área de oportunidad

La creencia y la práctica supersticiosa están muy presentes en la vida de muchos católicos: horóscopos, astrólogos, lectura del tarot, del café o de la mano; adivinos y videntes; curanderos y astrólogos son parte de la vida diaria de muchos bautizados.

Estos datos revelan que la Iglesia no debe dar por supuesto que la evangelización de los católicos ya se ha realizado solo por haber recibido el bautismo. Al contrario, la misión kerigmática y su invariable catequesis son una gran necesidad actualmente.

Prácticas religiosas

La vida ordinaria refleja la fortaleza de las creencias por medio de las prácticas no solamente religiosas, sino como una conducta de vida según el código moral inherente a los valores y principios de la fe.

La asiduidad a los sacramentos es reflejo de una vida espiritual activa y cuidada. Llama la atención que en el estudio realizado solo el 26% de los encuestados ha recurrido a la confesión sacramental pero paradójicamente el 31% ha comulgado.

El 72% de los encuestados está de acuerdo en que no se necesita ir al templo para ser buen cristiano; aparentemente se puede dar por buena la afirmación, sin embargo, las consecuencias de tal comportamiento contradicen la dimensión comunitaria de la fe.

En efecto, se está en la tentación de vivir una fe desvinculada de la comunidad que tiende a ser más bien individualista, además de que no se nutre del precioso alimento sacramental.

No todo está perdido

Sin embargo, es esperanzador el aumento de la práctica de oración en casa (91% de los encuestados), alentada en gran parte por la pandemia de covid-19. Este dato no es superficial. Recuerda la primigenia Iglesia, la Domus ecclesiae, la Iglesia doméstica; los cristianos se reunían en casa para leer la Palabra de Dios y escuchar la predicación que los motivaba a vivir según el mandato de Cristo.

@arquimedios_gdl

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