VI DOMINGO
Bendiciones y maldiciones pronunciadas por Dios
Pbro. J. Jesús Suárez Arellano
¿QUÉ NOS DICE DIOS EN ESTE DOMINGO?
Jeremías 17, 5-8: Dios pide a su pueblo que escoja en donde quiere poner su confianza: en las fuerzas humanas o en la ayuda de Dios… Lo primero es una maldición, lo segundo es una bendición… Solamente el camino de Dios conduce a la felicidad…
Salmo 1: Quien no sigue el camino de los malvados sino el de Dios será como un árbol plantado junto al río…

1 Corintio 15, 12. 16-20: La fe en la resurrección de Cristo nos hace felices… Esa es la señal y promesa de que nuestros pecados están perdonados, de que la vida vale la pena, y de que un día resucitaremos con él…
Lucas 6, 17. 20-26: Considérate afortunado si eres pobre, si tienes hambre, si lloras y si eres rechazado, porque estás abierto al crecimiento y al cambio que Dios te dará… De los autosatisfechos es de quienes debemos tener lástima, porque se cierran al futuro prometido por Dios…
REFLEXIONEMOS JUNTOS:
[Entre el evangelio del domingo pasado y el de hoy nos hemos saltado varios pasajes en los que Jesús purifica a un leproso, perdona los pecados y cura a un paralítico, elige y llama a un publicano, discute las leyes del ayuno y del sábado, pasa la noche en oración, escoge a sus doce apóstoles, la multitud lo sigue y cura a sus enfermos… Ahora enseña a los discípulos y a la multitud…
El texto de las bienaventuranzas, que invierte todos nuestros valores, es el más comentado y difícil de todo el evangelio… Hay interpretaciones para todos los gustos… La comprensión de esta doctrina de Jesús es una tarea individual para toda la vida.
(El capítulo sexto de Lucas, el “sermón del llano” presenta elementos parecidos al quinto de Mateo, el #sermón del monte”. Hoy meditamos sólo en un fragmento, las bienaventuranzas, de un compendio doctrinal más amplio que meditaremos – casi completo – a lo largo de tres domingos para tener más contexto y profundizarlo mejor. Mateo presenta nueve bienaventuranzas mientras Lucas, con sólo cuatro, contrapone los siguientes valores y antivalores: desprendimiento contra acumulación de dinero, hambre contra consumo, sufrimiento contra bienestar y ser perseguido contra ser apreciado.

Señalemos tres dificultades para la correcta interpretación de esta enseñanza:
1. Asumir que podemos entender la verdad de este mensaje siendo que va más allá de lo que nos piden nuestros instintos, de lo que nos aconseja el sentido común, nuestra lógica, inteligencia y capacidad de comprensión… Ninguna explicación teórica debería dejarnos satisfecBhos…
2. Querer comprenderlo desde una visión mítica de Dios, del ser humano y del mundo… Como si Dios fuera el encargado de arreglar los líos causados por el ser humano preparando una revancha futura en el más allá o en el más acá…
3. Pensar que se trata de una crítica meramente social y no religiosa, cuando deberíamos leer las bienaventuranzas-malaventuranzas en el contexto de la tradición profética – especialmente Amós, Isaías y Miqueas – y de otras enseñanzas del mismo Jesús, por ejemplo, la parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro (propia de Lucas)…
El mensaje del evangelio de hoy debería ser un motor que promueva un cambio interior progresivo que repercuta en nuestra manera de relacionarnos con todos.
Consideraciones:
El evangelio, al no sacralizar/valorar la pobreza ni condenar/satanizar la riqueza, no canoniza a los pobres ni condena a los ricos sino que nos invita a no causar sufrimiento a nadie negándoles lo necesario para vivir, al contrario nos pide ser solidarios y compartir lo que somos y tenemos. No pide que los ricos hagan un favor o una caridad a los pobres sino que nos pide cultivar la humanidad que nos falta ayudando a otros a salir de todo tipo de opresión y, obviamente, evitando oprimir y matar la calidad de vida de nadie… El evangelio declara dichosas o infelices a las personas dependiendo de qué tanto se sientan hermanos de los más necesitados y se involucren en la superación de todo tipo de limitación u opresión.
Para Jesús las cosas materiales y las elaciones sociales parecen tener tan solo un valor instrumental y lo que realmente importa es orientar la vida a la construcción del Reino fraternidad que nos conducirá al Reino futuro y definitivo. Por eso cree que la vida sólo se disfruta verdaderamente si es útil para los demás. Y no cree que esto sea un suplicio sino una felicidad superior y más satisfactoria; una realización más realista y comunitaria. Para él, la búsqueda del dinero y la eterna juventud, las satisfacciones y la aceptación social son trampas que pueden deshumanizarnos, inmovilizarnos y romper nuestra fraternidad.

Finalmente, pensemos que esto es palabra de Dios y también es la experiencia de muchísimas personas que mientras más cosas y dinero poseyeron más difícil se les hizo sentir compasión por los necesitados, se hicieron menos solidarias y menos esforzadas…
Vivir al estilo de Jesús – pobre, solidario y valiente – no es una opción sino la naturaleza de sus seguidores. ¿Creo que la propuesta de Jesús me hace más humano o prefiero poseer mucho dinero, instalarme cada vez mejor, acumular propiedades y cultivar contactos con gente influyente?]
La primera lectura nos presenta una polaridad:
• Una maldición para quienes, apartándose del Señor, depositan su confianza en los seres humanos y las creaturas…
• Una bendición para quienes confían y ponen su seguridad en el Señor…
Se trata de una malaventuranza y una bienaventuranza… Con Dios podrás vivir junto a un río fresco y perene que te ayudará a tener follaje verde y dar frutos; lejos de él estarás en un seco desierto que hará estéril tu vida…

En la segunda lectura también se nos presenta otra polaridad:
• Maldito el que no cree en la resurrección de Cristo… Vana es su fe, está sumido en el pecado y carece de esperanza…
• Bendito el que sí cree que Cristo ha resucitado… Tiene una confianza en Dios que da dirección y profundidad a esta vida y esperanza en la vida futura…
La vida de Cristo resucitado debe impregnar nuestra vida, de tal manera que podamos percibir todo lo que nos pase como una bienaventuranza…
El evangelio contrapone a los “bienaventurados” y a aquellos de los que se dice “ay de ustedes”:
• La palabra bienaventurados podría traducirse por “afortunados”, es como una felicitación… Pero, la felicidad de la que habla Jesús no es evidente a simple vista… Las situaciones de bienaventuranza son una invitación al crecimiento esperanzado desde la fe en un Dios que nos ama a todos, pero, especialmente, a los que más sufren… La alegría está en captar las situaciones adversas como oportunidades de trascendernos para recibir y compartir cosas mayores… La felicidad está en el proceso de cambio y en alcanzar los objetivos de santidad…

• Las malaventuranzas son descripciones de situaciones estáticas en las que podemos encontrarnos algunos de nosotros… Si no encontramos una carencia que nos mueva a luchar por un cambio no percibiremos las oportunidades… El malaventurado es el que pone su confianza en sus propias y débiles fuerzas humanas, o en las creaturas o en los recursos materiales y ya se siente tranquilo en esa mediocridad…
El binomio bienaventuranza-malaventuranza parecía tener que ver con la forma como nos manejamos en la pobreza o en la riqueza, en el hambre o la saciedad, en el llanto o en la risa, en el desprecio o el reconocimiento fácil… Pero, tal vez, tiene más que ver con cómo luchamos por hacer realidad los valores del reino de Dios, con la forma en que buscamos nuestra saciedad, con cuáles son las fuentes de nuestra alegría y con el cimiento de nuestro orgullo y valor personal… Pero, observemos atentamente que el acento no está en la primera parte de cada sentencia, sino en la segunda:
• El pobre no es bienaventurado por ser pobre, sino porque tiene la posibilidad de poseer el Reino… El rico no es malaventurado por ser rico, a no ser que se sienta tan “satisfecho” de su situación que se olvide de creerle Dios y que se resista a cumplir su voluntad apartándose de sus hermanos, especialmente de los favoritos de Dios…
• El que tiene hambre no es bienaventurado por estar hambriento, sino porque será saciado… El saciado no es malaventurado simplemente por estar saciado, sino porque ya no busca más allá de sus satisfacciones corporales…
• El que llora no es bienaventurado por llorar, sino porque la dicha aparece en su horizonte… El que ríe no es malaventurado porque ríe, a no ser que se instale en la frivolidad y el desenfreno para seguir estimulado hasta desgastarse…
• Y el que es odiado por causa de Jesús no es bienaventurado simplemente por ser despreciado, sino porque sabe que Dios lo va a recompensar… El que es alabado por los demás no es malaventurado por ser reconocido, sino porque se siente autosatisfecho con los honores mundanos…
Parece que las palabras de Jesús, tanto a los bienaventurados como a los malaventurados, son invitaciones a ampliar las perspectivas… ¿Me siento aludido como bienaventurado o malaventurado?

¿Qué invitación estaré recibiendo de Jesús el día de hoy?
Jesús no es simplista, ni cínico, ni soñador, ni poeta… Con este Sermón quiere invitarnos a que nos convirtamos y cultivar mejores actitudes, a que seamos más solidarios, compasivos, capaces de amar desinteresada e incondicionalmente, a trabajar por la paz, etc… Este cambio se debe fundar en el proyecto que Dios ha diseñado para cada uno de nosotros: No sólo nos ha dicho que quiere protegernos, saciarnos, hacernos vivir para siempre, darnos la paz, hacernos superar el dolor, crear armonía, etc. Él quiere que trabajemos por hacer realidad este proyecto no sólo para nuestro beneficio personal, sino a favor de los más carenciados…

Mirando a nuestro alrededor, descubriremos que este proyecto de Dios no se ha cristalizado aún: por un lado hay multitudes de pobres, de personas que lloran, de hambrientos y de marginados y perseguidos por causa de Jesús… Por otro lado hay otros a quienes nos les importa la parte sufriente de la humanidad… Esta realidad nos desafía… ¿Creo que es mi tarea el que las bienaventuranzas se hagan realidad?
Algunas ideas para que las bienaventuranzas aumenten y las malaventuranzas se alejen:
• En relación a los pobres: Luchemos por instaurar el Reino, busquemos la justicia y la solidaridad, seamos más compasivos y ayudemos a crear oportunidades para la superación integral de los más vulnerables…
Plantemos discreta y confiadamente semillas de verdad, de vida plena, de madurez… y cuidemos su crecimiento hasta dar frutos…
• En relación a los que padecen hambre: Descubramos de qué tenemos hambre nosotros y de qué sienten hambre nuestros prójimos…
• Promovamos iniciativas comunitarias para remediar estas necesidades…
• En relación a los que lloran: Hemos de aprender (y enseñar) que el llanto, a veces, es liberador porque nos ayuda a soltar nuestras impotencias y a abrirnos a alguien que es más grande que nosotros…

Encontremos un sentido positivo al sufrimiento; en el plan de Dios el sufrimiento puede ser redentor y salvador… Reconozcamos que el dolor puede purificarnos, hacernos más fuertes, engrandecer nuestra alma, desarrollar empatía y comprensión solidaria con otros que sufren… Así reiremos…
• En relación a los que son despreciados por causa de Jesús y su evangelio: Hemos de liberarnos de la necesidad de que todos nos aprueben; la persecución nos libera del deseo de agradar siempre y en todo… Una vez liberados y centrados en Dios, podremos vivir como cristianos hasta sus últimas consecuencias y anunciar a Jesús de palabra y de obra… ¡Sólo una persona verdaderamente libre puede predicar el mensaje de Jesús con valentía e integralmente!
El Papa Francisco, reconoce que, en relación a las bienaventuranzas, la sociedad nos lleva en un sentido contrario a estas difíciles y profundas enseñanzas de Jesús, y concluye que sólo podremos vivirlas si el Espíritu Santo nos invade con su potencia y nos libera de la debilidad del egoísmo, de la comodidad y del orgullo (Cfr. Gaudete et exsultate, Número 65)… ¿Estoy dispuesto a dejar que el Espíritu Santo tome el control de mi vida? ¿Qué me falta para decidirme a vivir como bienaventurado?
TE PROPONEMOS LOS SIGUIENTES EJERCICIOS PARA QUE TE ENCUENTRES CON DIOS DURANTE LA SEMANA:
1. Para comenzar, te proponemos ejercitarte en la empatía:
Descubre a tu alrededor qué personas o grupos están trabajando para lograr cambios sociales en favor de los más desposeídos y vulnerables.
Desarrolla empatía por ellos y sus proyectos. Investiga formas de cómo involucrarte con ellos y apoyarlos… Luego actúa…
¿Qué aprendo de mí mismo? ¿Me siento preparado para algo más?

2. Piensa en situaciones difíciles que estás pasando…
¿Las tomo como bienaventuranzas?
¿Las percibo como oportunidades de cambio y crecimiento?
¿Me acercan más a Dios y a mis prójimos?
3. Durante esta semana, en tu oración, pide al Señor la gracia de comprender más profundamente cómo el dolor, las necesidades y las incomprensiones pueden ser oportunidades de recibir bendiciones…
Y, si te sientes muy cómodo y satisfecho con tu estilo de vida presente, pide al Señor que te ayude a desarrollar tu capacidad de ser fraterno y solidario con quienes más te necesitan…
También puedes reflexionar el ¡Ay! De José María R. Olaizola, sj:
¡Ay de mí si no respiro, si no me alimento,
si no quiero con locura!
Si no vibro con el júbilo del hermano!
¡Ay de mí si no tiemblo ante su dolor.
Si no abro los oídos para dejarme transformar por tu palabra,
y no abro la boca para gritar una pregunta de fe;
un veredicto de amistad; una promesa de curación; una canción de justicia!
¡Ay de mí si no abro las manos,
liberadas al fin de piedras y cadenas,
para dar, en ellas, calor, afecto y abrazo!
¡Ay de mí no por miedo o por amenaza,
sino porque, no amando a tu manera, no habré vivido!
Mas si, en mi debilidad, te dejo ser atalaya,
no habrá lamento, derrota ni queja, habrá esperanza.