Tomás de Híjar Ornelas
Cronista de la Arquidiócesis de Guadalajara
La vida jurídica de la soberanía que al tiempo de segregarse del trono español se denominó Imperio Mexicano comenzó en la hoy capital de Jalisco el 14 de junio de 1821, al tiempo que en el Palacio de Gobierno (Casas de Gobierno en ese tiempo) se adhirieron al Plan de Independencia de la América Septentrional las autoridades civiles, eclesiásticas y universitarias junto con los representantes de todas las corporaciones por acá constituidas, separando para siempre del trono español los destinos de la muy extensa Diputación Provincial de Guadalajara.
La víspera de ese día, sin el menor incidente en contra y con la aprobación entusiasta del copioso número de devotos que tomaban parte en el inicio de la visita de la imagen de Nuestra Señora de Zapopan a la ciudad, habían hecho lo propio los jefes militares acantonados en este Reino, alentados, unas horas antes, en la villa de San Pedro Tlaquepaque, por el de mayor rango entre ellos, el brigadier Pedro Celestino Negrete.
Datos necesarios para entender lo que pasó
En lo político y administrativo el territorio que hoy lleva el nombre y rango de Estado de Jalisco era parte, desde 1531, del Reino de la Nueva Galicia, cuyas fronteras comprehendieron a los hoy estados de Nayarit, Aguascalientes y Zacatecas, algo de Sinaloa y también de San Luis Potosí.
Ese ámbito jurisdiccional se achicó en 1786 y pasó a llamarse Intendencia de Guadalajara. De ella nació la Diputación Provincial de Guadalajara (1810), a la que se asignó una curul en el órgano supremo de gobierno en España a partir de 1812, las Cortes, que sesionaron en Cádiz y allá nos representó el canónigo tapatío José Simeón de Uría.
En 1823 el territorio fue bautizado como Estado Libre y Soberano de Xalisco (su ortografía original) y de él se desmembraron los de Colima (1854), Aguascalientes (1857) y Nayarit (1917).
El Plan de Iguala
Lanzado por Agustín de Iturbide el 24 de febrero de 1821, en la ciudad de ese nombre, y en repudio a la restauración del liberalismo en España, bajo los postulados ‘religión, independencia y unión’ (las tres ‘garantías’), su propuesta fue abolir los estamentos en el Virreinato novohispano, convertirlo en un Estado independiente bajo un régimen de gobierno monárquico moderado y confesional católico.
La campaña que vino luego consistió en sumar a todos los jefes militares de la Nueva España, como lo hicieron en bloque los de la Diputación Provincial de Guadalajara en las circunstancias ya descritas, ganándose de inmediato el respaldo popular y el de todas las autoridades menos la del último Intendente, José de la Cruz, que escapó al puerto de San Blas apenas tuvo noticia de la insumisión del Ejército.
Generala de Armas del Reino
Ya emancipada, la Diputación Provincial de Guadalajara mantuvo imperturbable la vida pública y social del reino los tres meses largos que aún debieron transcurrir antes del arribo del Ejército Trigarante a la ciudad de México, convalidando su propósito de autodeterminarse a través de un acto que consistió en reconocer su gratitud al modo armónico en el que se produjo esta transición dándole a la venerable imagen de Nuestra Señora de Zapopan, que seguía visitando los templos de Guadalajara, en una solemne y lucida ceremonia que tuvo lugar en la Catedral tapatía el 15 de septiembre de 1821, el rango de Generala de las Armas del Reino, y en la que tomaron parte las mismas autoridades que semanas antes habían jurado la independencia.
Con todos estos datos puede uno afirmar sin que parezca una balandronada, que hace poco menos de 200 años México nació en Jalisco.
Desde el surgimiento de México como nación independiente y en el Estado de Jalisco, la imagen de Nuestra Señora de Zapopan, hoy patrona de la Arquidiócesis de Guadalajara, ha acompañado la vida de la comunidad. El 15 de septiembre de 1821, en solemne ceremonia en la Catedral de Guadalajara le fue otorgado el rango de Generala de las Armas del Reino.