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Fabian Acosta Rico, UNIVA

Uno pensaría que la generación Y también conocida como los millennials serían los jóvenes adultos de la esperanza; expectantes de todas las maravillas aprontadas por un futuro cada vez más próximos; pero, tal parece que el desánimo ante el mañana es lo que realmente marca sus vidas. El futuro no les es promisorio y les sobran razones para un diagnóstico fatalista sobre lo que vendrá.

En lo laboral enfrentan el problema de la automatización de gran parte de los trabajos; una máquina, un robot y en algunos casos la inteligencia artificial ya están sustituyendo a los seres humanos en muchas de las tareas productivas e incluso intelectuales y los hacen con eficiencia y rapidez.

Los millennials son una generación que les tocó un mundo sobre poblado cuyas naciones, en especial las del primer mundo, supieron ponerle freno a la natalidad ocasionando el fenómeno de las parejas con un solo hijo o sin ellos. El relevo generacional y el bono demográfico no los favorecen; los millennials tendrán papas longevos en una sociedad envejecida y cargaran con la responsabilidad de cuidarlos en condiciones económicas de una depauperación del trabajo: empleos eventuales sin prestaciones y bajos salarios.

Muchos de estos jóvenes adultos treintañeros tienen más de un empleo o al que tienen le dedican todo el tiempo para apenas ganar lo suficiente para sobrevivir. Si a sus antecesores les fue posible, con esfuerzo y a veces con ingenio, el hacerse de una propiedad, comprar una casa y consolidar un patrimonio; a las nuevas generaciones les resulta imposible ahorrar y más fantasioso, o casi imposible, les resulta hacerse de un bien inmueble. Muchos millennials ya rebasan la edad en que sus progenitores contrajeron nupcias; hacinados, muchos viven en departamentos junto con amigos o conocidos para pagar, entre todos, el alquiler y los servicios.

Los que han hecho vida en pareja, en algunos casos, prefieren tener perrhijos o gathijos ya que un bebe es un lujo que no pueden darse: son costosos y además no pueden dedicarles tiempo ya que todo el día trabajan. Además justifican su deseo de no procrear en la idea de que ya somos muchos los seres humanos; que hay un deterioro ambiental, calentamiento global, escases de agua… entre otras crisis ecológicas que hacen del engendrar un acto irresponsable y egoísta. Muchos millennials envejecerán solos tras la muerte o separación de su pareja.

Los millennials son los hijos de una postmodernidad pesimistas que respecto al mañana tienen bajas expectativas: sociedades como la surcoreana, la japonesa e incluso la china reflejan el estilo de vida y realidad socioeconómica que enfrenta esta generación: en estas naciones se tiene que estudiar duro en las primeras etapas de la vida para obtener un título que te permita competir por un trabajo de jornadas laborales interminables y mal remuneradas.

La antropología y sociología lo dicen con claridad y alarma: nuestra generación Y soporta mucho estrés, esta desalentada respecto al futuro: sortea la precariedad económica, está híper-conectada, su mente está todo el tiempo recibiendo información de lo más diversa y además está preocupada y en la constante zozobra por recibir, en sus redes sociales, la aceptación de sus comunidades de cibernautas dispensadores del iconológico pulgar arriba.

Por eso a esta generación no es exagerado describirla como quemada o agotada. 

@arquimedios_gdl

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