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Por Mtra. María Guadalupe Muñoz Durán

Hablar de la mujer en este tiempo, es acercarnos a un misterio insondable: luz, interioridad rica y oculta, complicada y maravillosa. Un misterio de grandeza por su capacidad de don, entrega, anhelo de perfección, aprecio y conservación de la vida. Y  que hoy más que nunca, urge hacerlo brillar con luz propia. Pues bien, el presente artículo pretende introducirnos a una reflexión acerca de la naturaleza femenina, del rol que como mujeres hemos ocupado durante siglos en la sociedad. De lo importante que es tener una buena imagen de nosotras mismas, de nuestros deseos, sueños y anhelos y estar seguras de nuestro potencial. Y que muchas veces, debido a nuestra educación, nos dejamos llevar por miedos e inseguridades, basado en lo que la sociedad y nuestro entorno personal espera de nosotras.

Reconquistar la luz de la feminidad, es una tarea que toda mujer debe plantearse con cierta urgencia, sabiendo que es una labor fácil, bonita y “disfrutable”.

Recobrar la inocencia y la dulzura de lo femenino, la ternura, la capacidad de entrega, la fluidez, el poder de la creatividad, la comunicación sincera y tierna; sustituir la crítica y la competencia entre nosotras por el compartir y el apoyo mutuo, rescatar en definitiva la esencia y el valor de lo femenino verdadero. Volver a sentir, a sentirnos y volver la mirada hacia adentro viendo lo que realmente somos, luz para quien hoy más que nunca, necesita iluminar su vida.

Dejando de ser los prototipos publicitarios que nos dictan cómo debemos ser como mujeres, sino redescubrir lo que verdaderamente somos, seres que sienten, que se asustan, que tienen la capacidad de sufrir y de ser felices, de amar y de sentir placer, dolor, angustia, alegría… cada cual a su manera especial y única.

Hoy más que nunca apremia, conectarnos con nuestros gustos, nuestros temores, nuestras capacidades, nuestro poder personal, nuestras limitaciones y nuestra espiritualidad. Reconocerlo todo, abrazar la totalidad de lo que somos y vivir, trabajar, relacionarnos, amar, comunicarnos, con todo ello, plenamente.

Revindicar las diferencias como enriquecedoras y salir de un alineamiento que quiere imponernos cómo debemos vivir, vestir o lo delgadas que tenemos que estar y lo que nos tiene que gustar o no gustar, incluso lo que “debemos sentir” en cada circunstancia y cómo comportarnos.

Ahora es tiempo de brillar, de ¡Atrevernos a SER, a mostrar lo que realmente llevamos dentro! Ser quienes realmente somos, ¡mujeres! Recuperar la conexión con nuestra verdadera esencia femenina, deshacernos de sentimientos negativos. Sin miedo. Sin culpa. Sin dudar que en cada una de nosotras hay una luz capaz de iluminar el mundo que a veces se ve oscurecido como nunca antes se había visto.

@arquimedios_gdl

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