Editorial
Las mujeres en Jalisco tienen una oportunidad muy grande, una tarea, un reto, un compromiso de que el sector femenino en esta entidad alcance grandes logros en materia legislativa, ya que el Congreso local, versión 63, estarán 24 damas de los 38 lugares disponibles. Ésta será la primera ocasión en la que las curules estarán ocupadas mayoritariamente por féminas.
Sin duda que, además de ser un hecho histórico e inédito de este poder en la entidad, viene acompañado de una gran esperanza, ya que las mujeres han sido un sector especialmente vulnerable para todo tipo de agravios.
Aunque se caracterizan por tener mucho carácter, en la práctica, sin embargo, no dejan de sucumbir ante la fuerza física u otro tipo de presiones superiores que buscan someterlas.
Se han tenido logros en materia legal, pero se ven enfrentadas todavía a dos barreras. Una, que existen ámbitos que las tienen como en el limbo, por ejemplo, en materia laboral (un caso: las que trabajan en domicilios particulares).
Otra barrera es que, aun se hayan elaborado leyes para cuidarlas, en el momento en el que, por ejemplo, se presentan a hacer una denuncia porque son maltratadas de diferente manera por sus parejas, tienen que atravesar por un calvario que las hace sucumbir en el camino, les presentan múltiples obstáculos, y prefieren abdicar o quedarse calladas, porque no va a suceder nada o les va a ir peor.
Pero, ¿qué podemos esperar?, ¿qué debemos esperar? o ¿qué queremos en esta materia en el Congreso de Jalisco?
Nancy Castañeda, vocera de las así llamadas Paritaristas, dijo que esperan impulsar políticas progresistas y feministas, que realmente atiendan los problemas estructurales que enfrentan las mujeres jaliscienses.
¿Qué quiere decir esto? ¿Que se espera que las mujeres puedan abortar (no estamos criminalizando a quien aborta, sino que no se asesine a un inocente), que se puedan adoptar hijos, que se parezcan a los hombres, etc.?
Respetando la postura de cada quien en estos temas, y sin afán de ofender o polemizar con ese modo de pensar, creemos que atender los problemas estructurales que enfrentan las mujeres en nuestra entidad, y que así debe ser, es algo más profundo y significativo, que tiene que ir a la naturaleza y esencia del ser y quehacer de la mujer.
Pensamos que la consigna a la hora de legislar se debe regir en el principio: Mujer, ¡sé lo que eres!, parangonando la expresión de Juan Pablo II respecto a la familia.
Porque resulta irónico que mientras más ‘despiertan’ las mujeres, mientras más manifestaciones hay de diferentes colectivos para proclamar sus derechos, se multiplican los feminicidios, sus desapariciones forzadas, el maltrato familiar, etc., y esto no puede ser. Algo nos está fallando, y serio.
Quiere decir que lo primero que debemos atender son las causas de estos agravios en su contra, porque parece que a sus gritos de auxilio se responde con más violencia en su contra.
El asunto no lo concluimos aquí. Hay mucho que decir, porque antes de toda esta explosión de la así llamada ‘de género’, nos vamos a sorprender con lo que la Iglesia ha expresado al respecto, y que lo haremos en la siguiente edición.