Al igual que la semana pasada, Jesús nos habla sobre la pobreza y la riqueza, pero no desde una perspectiva simplista. De lo que Jesucristo Nuestro Señor nos habla es de la justicia que se debe establecer con el buen uso de los bienes materiales.
En este mundo podemos gozar del dinero y de los bienes de una forma sumamente injusta.
La justicia, la participación de los bienes, el tratar a los demás con toda su dignidad y con todo su derecho, está aquí en esta Tierra; aquí hay que comenzar a acortar la distancia que hay entre los ricos y los pobres. No basta en este mundo con que a los pobres se les den las migajas, hace falta que los
pobres entren a la casa, se sienten en la mesa y disfruten de todos los bienes que disfrutan los demás.
Mientras que al pobre no se le introduzca a la dignidad de una casa y se le siente, según el derecho que tiene, a una mesa bien puesta, lo que le estamos dando a los pobres son migajas.
Mientras que a los pobres les demos una mensualidad, que les sirve de mucho, que les hace mucho bien, pero mientras no los promovamos a que pasen a la casa, que sientan que México es su casa, y que sientan que la mesa de todos es verdaderamente dignificante para ellos, es darles migajas. Es mantener la distancia, decirles, ustedes permanezcan fuera y no entren.
Vean como Jesucristo Nuestro Señor trastoca nuestra concepción del uso de los bienes.
El uso de los bienes no es para compartirlos como migajas sino para promover; es para alentar,
es para dar a los demás su derecho y libertad para ser verdaderamente dignas personas, y verdaderamente dignos hijos de Dios, como estamos llamados a ser todos.
Muy fuerte la Palabra de Dios. Lo que no hagamos en esta vida para establecer este orden de justicia para todos, para bien de todos, después se convertirá en un abismo y ya no podremos hacer nada.
Cuando termine nuestra existencia no podremos hacer nada en orden a buscar esta igualdad de oportunidades, esa promoción de la dignidad de los demás. El abismo se marcará después de la oportunidad que tenemos en esta vida.
Por eso, decía un escritor, ‘si quieres vivir a plenitud tu vida dedícate a hacer obras que vayan más allá de lo que dure tu vida en esta Tierra’. Y hacer obras de justicia, obras de promoción, hacer obras de dignificación de todas las personas es una obra que trasciende, que va más allá de lo que dura nuestra peregrinación en esta Tierra.
Yo les bendigo en el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.