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Lic. Lupita

¿Existe alguna manera probada de acabar definitivamente con las peleas entre hermanos? Tenemos tres hijos pequeños, hemos intentado todo pero no podemos ayudarlos a llevarse bien.

Francisco L.

Hermano mío, Francisco:

¡Que nuestro hogar sea el mejor sitio del mundo en el que se puede estar!, para ello es indispensable conservar un clima emocional de serenidad y alegría. En efecto, el oxígeno que da energía a las peleas debe ser extinguido y hemos de acabar con ellas cuanto antes.

La asesora familiar Emma Sánchez nos da la clave para lograrlo: Enseña a tus hijos a servirse los unos a los otros. Cuando un hermano es amable con otro o hace cosas buenas por él, un dulce sentimiento comienza a florecer entre ellos. Los malos sentimientos se transforman en amor, cuidado y protección entre hermanos.

Contra la guerra, la paz.

Los niños pueden pelearse básicamente por tres razones:

Para proteger algo.

Para conseguir algo.

Para llamar la atención de sus padres.

Es muy importante intervenir y separarlos cuando estén golpeándose. Llevarlos a habitaciones diferentes  (o ponerlos a distancia sin que se vean a los ojos) hasta que se calmen y después hablar con ellos. Platicar con cada uno en privado. No debemos ejercer de árbitros sino de “agentes de paz”. Si hay un juguete o artículo en casa por el cual pelean mucho, conviene hacer una reunión familiar y llegar a acuerdos acerca de cómo van a compartir dicho objeto. Sería un error comprar otro igual para que ya no discutan pues esto no acabaría con el problema de fondo.  Los padres  tenemos la oportunidad de enseñar a  nuestros hijos a compartir, a ceder, a pensar en la alegría del otro.

Contarles historias de hermanos en las que ambos son fieles y se ayudan siempre, resultará inspirador para ellos.

Cuentan que en una guerra, dos hermanos combatían juntos. Uno fue herido y el otro rescatado. Éste último quiso volver y buscar a su hermano, contrariando a su capitán volvió por él y lo cargó en sus brazos de regreso a sus trincheras,  cuando el capitán se dio cuenta que el hermano estaba muerto ya, comentó: “Te dije que no tenía caso volver”,  el soldado replicó conmovido: “Se equivoca capitán, al volver pude escuchar a mi hermano decir: “Sabía que vendrías por mí”.

¡Los hermanos son los amigos que Dios eligió para ti!

Lupita Venegas/Psicóloga

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