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Martin Gerardo Cruz Ruiz

De la vida de Gil S.

“Soñé que caminaba embriagado por una calle, en donde había casas y algunas fábricas, me urgía tomar un taxi, pero ahí no iba a encontrar uno, en esa calle estrecha, de pronto tomé una cubeta y vi una llave, y la llené de agua, empecé a lavar un carro para ganar unas monedas, y salió el dueño del carro, y estuvo de acuerdo. Caminé a la avenida próxima para esperar el taxi.”

Que extraño me pareció ese sueño porque yo no tomo vino, ni cerveza. Recordé que una persona me había dicho que yo tenía síntomas de alcoholismo seco, me sugirió que dejara el comportamiento alcohólico, para tener madurez y ser más feliz.

Investigando, me sorprendió que los síntomas los presentaba yo, cuando es más seguro que los presente una persona que ha sido alcohólica activa, y que luego deja de tomar, y entra en un proceso recuperación en el que se siente muy mal, por no tomar. 

O también los familiares de un alcohólico pueden presentar esos síntomas, pero que yo sepa, sólo mis antepasados que han vivido en un pueblo, fueron alcohólicos, y nunca los frecuentamos, ni siquiera los conozco.

Sentía muy poca confianza en mí mismo, era egocéntrico, espiritualmente me costaba relacionarme con Dios, con mi religión, y sentía mucha ansiedad ante las responsabilidades, y sabía que ya era un adulto de cuarenta años. Comprendí que el rechazo de mis padres desde pequeño, podía estar influyendo, así como el haber tenido responsabilidades desde niño que a mí no me correspondían, sólo de mi mamá sí recibí mucha sobreprotección, desafortunadamente.

Debido a lo anterior me di cuenta que desde joven, ya no fui honesto conmigo mismo, hasta llegar al autoengaño, me empecé a apegar al sexo y me sentía culpable, la amargura, el resentimiento, y el descontento permanente crecieron en mí.

Descubrí que Jesucristo había sido una persona madura, generoso con los demás, con un sano amor a sí mismo, abierto al amor de Dios Padre, y que tuvo unos padres en la tierra, con mucha madurez emocional. Y que sólo Él podía darme la cordura, para que mis juicios fueran acertados. Lo reconocí humildemente como alguien superior a mí, y esto abrió la puerta para mi recuperación progresiva.

Me siento agradecido con Dios porque ahora, sé lo que es la libertad interior, he estado conociendo lo que es la responsabilidad y la productividad. Me siento más sereno, con dominio propio, y ahora mis buenas intenciones se han convertido en acciones concretas.

@arquimedios_gdl

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