Pbro. Eduardo Michel Flores
En cierta ocasión una señora me preguntó: “Padre, ¿es conveniente hacer guardia junto al difunto en los funerales?”, entonces yo le dije: “¿Por qué me lo pregunta?”, ella me dijo: “Porque el otro día acudí a un funeral y desde que comenzó la misa varios familiares del difunto se apostaron a los lados del ataúd a hacer guardia y el padre que celebraba la misa les dijo que se fueran a su lugar, porque hacer guardia era propio de los funerales civiles y no religiosos, entonces se fueron a sentar molestos.

Al final de la misa el hecho fue muy comentado entre los asistentes, la mayoría en contra de lo sucedido, como yo oí los argumentos de los inconformes y me parecieron válidos, mejor quise venir a preguntar”.
Entonces yo pregunté: “Y ¿cuáles eran los argumentos que daban los inconformes?”, ella me dijo: “Pues decían que ellos querían y tenían derecho a estar cerca del difunto, y que no se los permitieron”.
Entonces le dije: “La Iglesia prevé que la manera de hacer guardia al difunto en la misa es con la participación en la liturgia, es decir, con la escucha atenta de las lecturas de la palabra de Dios y con las respuestas y el canto. Ciertamente no hay ninguna norma de la iglesia explícita sobre este tema, sin embargo, dos cosas se deben considerar al respecto, la primera es que el ritual de exequias aprobado por la Iglesia no contempla dicha guardia (y en el Derecho Litúrgico lo que no está permitido está prohibido, a diferencia del Derecho Canónico donde lo que no está prohibido está permitido).
La segunda es, que el ritual de exequias pide no convertir las exequias cristianas en honras fúnebres, es decir, en una ceremonia que busque honrar al difunto, ni asumir elementos extraños a la tradición cristiana.
La guardia es más bien una forma de honra fúnebre propia del ámbito civil, y no forma parte de la tradición cristiana (se hace guardia, por ejemplo, al soldado o al oficial de policía caído en el cumplimiento de su deber para honrar su sacrificio; se hace guardia también al jefe de estado que ha muerto, por su servicio a la patria)”.
Ella me contestó: “Creo que ya entendí padre, entonces, ¿lo mejor es evitar hacer guardia en los funerales?”, yo le dije: “Efectivamente, es lo mejor”, ella me dijo: “Padre, le agradezco, su explicación me ayudó a entender mejor”.
Los seres humanos tenemos gran necesidad de despedir a nuestros seres queridos y encomendarlos a Dios. Los ritos de la Iglesia reflejan esa necesidad, acompañando con sus oraciones a los difuntos que parten de este mundo.
Un funeral se compone de tres partes:
1.- La primera, la “velación”, normalmente se lleva a cabo la noche antes del funeral. Familiares y amigos se reúnen para “estar” con el cuerpo del difunto y “acompañarlo”. Además de los ritos litúrgicos solemnes de la Iglesia, la velación constituye una oportunidad para rezar el rosario u honrar cariñosamente la memoria del difunto. Igualmente, permite a los amigos de la familia ofrecer las condolencias. La velación se hace en una funeraria, en la casa de la familia o en una iglesia.
2.- El centro de las oraciones de la Iglesia para los difuntos es la celebración de la misa funeraria o exequias. Ahí, el cuerpo del fallecido es llevado a la iglesia, para la celebración de la Eucaristía que actualiza la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Al igual que fue recibido en la familia de Cristo a través del bautismo y alimentado en la Iglesia con los sacramentos, ahora el cuerpo del difunto se lleva a la iglesia por última vez, mientras se ora por él para que pueda alcanzar la vida eterna.
3.- En circunstancias especiales, un funeral también puede celebrarse fuera de la misa. Nosotros creemos que el cuerpo de un difunto es sagrado, porque fue templo vivo del Espíritu Santo, por eso se inciensa y se le asperja agua bendita. La manera que tenemos los creyentes de honrar a nuestros difuntos, es a través de la oración, la escucha de la palabra de Dios, la participación en la liturgia, y no haciendo guardias de honor a los difuntos en sus funerales.
Dios los bendiga. Nos leemos la próxima semana.