Nacido en Compostela, Nayarit, el 20 de diciembre de 1938, el Padre Jesús Madrid muy pronto en la vida –tenía diez años- supo que el Sacerdocio sería su camino… lo siguiente son fragmentos de una entrevista realizada por Gabriel Muñiz Estrada, asistente del “Güero Madrid”, que pudiera formar parte de un libro (Jesús Madrid para principiantes) que retrate su trabajo ministerial, desde siempre, en favor de los desprotegidos, los descartados, los de la periferia existencial hoy tan mencionada, a la que el Padre llegó y atendió… cuando pocos iban.
Javier de Silvia
El Padre Madrid llegó a Guadalajara a instancias de un tío sacerdote, quien le animó a ingresar al Seminario Diocesano, pero sus primeros años los marcó su estancia en Compostela; de su familia y origen el Padre Madrid decía:
“Creo que es muy significativo mencionar lo siguiente: Mi papá Wenceslao, era hijo de Jacobo Madrid, mi abuelo, que él y otro hermano y hermana, fueron traídos por mi bisabuela, no recuerdo su nombre, pero que venían de España. Hace como unos tres años, un sacerdote del Prado, es decir, de nuestro grupo, extrañado me pregunto si yo tenía un pariente venido de España. Entonces yo le dije que mi bisabuela se había venido de España junto con sus hijos. Entonces me dice que yo soy judío. Extrañado le pregunto: ¿Por qué afirmas eso? Y su respuesta me agradó: Porque coincide con la fecha en que algunas autoridades de España forzaron a las familias judías a que dejaran España. Y en agradecimiento al pueblo español, cambiaron su apellido por el nombre de una ciudad de España. Entonces yo exclamé: ¡Chuyito (Jesucristo), ya somos paisanos y también tocayos! Me alegró y no quise investigar más.
“Además, mi mamá Dominga era sirvienta de la familia Madrid. Los demás familiares vieron los pasos de mi papá y le advirtieron: Como un pasatiempo, te la pasamos, pero que no llegue a más. Y lo que sucedió: Se entercó mi papá a unirse a mi mamá, y esto duró hasta la muerte de mi papá, y a los 5 años también mi madre murió”.
Un güero que quiso ser moreno
“Me recuerdo que jugaba principalmente con los de mi edad, y ellos más bien eran mis primos, mis primas. Hay muchos recuerdos, pero intentaré recordar algunos de los que no tenía memoria: En la escuela, me miraban con extrañeza, por mi color güero. Y fuera de la escuela me juntaba, principalmente, con mis primos, los que también hacían bola con otros niños de nuestra misma edad y ellos se reían al decirme un estribillo majadero por ser güero.
(‘Güero güerumbo, de un pedo te tumbo, de dos te levanto y de tres te llevo hasta el camposanto’).
“Es por eso que siempre he deseado cambiar de color y, desde pequeño, he creído que exponiéndome mucho al sol, podría ir eliminando lo blanco de mi piel. Hasta la fecha lo intento, tal vez por hábito, pero como que no logro acércame al color de la mayoría de mis semejantes.
“Desde niño me gustó ser un vendedor de periódicos y revistas. Lo que hice por un cierto tiempo, siendo niño. También, me di cuenta que un primo mío era acólito en el templo; le pedí a mi mamá que me ayudara a ser acólito. Fuimos a la parroquia del Señor de la Misericordia, y el Párroco nos dijo que ya estaban 12 acólitos, y que era la costumbre tener 12, como 12 fueron los discípulos de Jesús”.
Llamado y respuesta
“Como de 8 años, tuve una enfermedad que me provocó mucha calentura y se me paralizaron las piernas encorvadas y le prometí al Señor que, si me aliviaba, me dedicaría a su servicio, como Sacerdote o como fuera, ignorando lo que le decía. En otra ocasión, como a los 10 años de edad, jugando detrás del mostrador de pan, (porque mi papá tenía una panadería) estaba una olla con pescado que una comadre de mi mamá se la había regalado. Entonces, jugando y con risas, metí la mano a la ollita y saqué un pedazo de pescado y, jugando, me lo empecé a comer. Luego, luego, sentí una espina en mi garganta y me asusté tremendamente y en mi pensamiento, dije algo parecido a lo que dos años antes había prometido: ‘Si me curas, me pongo a tu servicio’. ¡Claro! que como niño lo dije: ‘Me hago padrecito’”.
¿Tuviste alguna dificultad para ingresar al Seminario?
“No creo haber tenido alguna dificultad al ingresar, porque fue decisión de mi tío el Cura, pero lo hizo inteligentemente: Me propuso ir al Seminario de Guadalajara los últimos dos meses de año en curso. La intención era que conociera la vida del Seminario. Aunque tuve dificultades, me agradó.
“Creo que me ayudaron mucho los dos meses extras que mi tío me abrió las puertas del Seminario, porque me gustó mucho estudiar. Siempre veía lo más difícil para los demás, y era a esas materias a las que me empeñaba más, al grado que algunos compañeros me consultaban sobre la comprensión de las tareas.
“Y también (recuerdo especial) el momento en que me indicaron los superiores que podría ir a continuar mis estudios a Roma, si mis padres lo aceptaban y si los médicos que me examinarían no encontraban ningún motivo de salud que me lo impidiera. Hubo algo de desasosiego (por las condiciones previas al viaje ) y por el hecho de que fuera a Roma a estudiar… cosa que se realizó.
¿En qué fecha te ordenaste?
La fecha de mi grupo fue diciembre de 1967, pero por los motivos que tuve que interrumpir mi proceso de los estudios en Roma, me retuvieron 4 años. Es por eso que mi ordenación fue el 10 de enero de 1971. El motivo de mi prematuro retorno de Roma fue por el influjo que el Concilio Vaticano II provocó en mí y de esto no me arrepiento”.
El Señor del Perdón, su destino
Llegó el 17 de septiembre del año 1973 y permaneció ahí, primero como Vicario (23 años) y después como Adscrito (23 años) hasta su regreso a la casa del Padre el 10 de agosto de 2019.
¿Qué te ha gustado más de tu vida de sacerdote?
“Estar con los pobres emprendiendo un camino nuevo, iniciado por el movimiento del Vaticano II y el despertar de la Iglesia de América Latina, con la tendencia de modificar el hecho mismo de acomodar la vida sacerdotal a la propuesta de San Juan XXIII: ‘Abramos las puertas de la Iglesia, que entren vientos nuevos’, para estar más cerca del pueblo, nosotros, como Iglesia nueva y, por supuesto, el proyecto de Dios (Casa Nazareth), iniciado por la religiosa Esther Pérez Rivera de dedicar su vida en favor de los jóvenes varones en las adicciones.
¿Qué le dices a Dios, que podamos saberlo ?
“Yo le daría muchas gracias, si se puede decir, porque me ha ayudado a que no me crea autosuficiente y no sea presumido; ¡muchas gracias! porque me ha dado un corazón y una voluntad para intentar seguir sus pasos; estar con los pobres, incluso, invitar a la cordura a criminales y pervertidos. Además, estoy anhelando el momento en que Él me llame, cosa que para mí, será de gran alegría”.

3 comments
Que buen reportaje.. me hiso reír 😂
De feliz memoria QEPD
Gracias ! 🙏🏼
Mi querido tío usted feliz de haberse ido al cielo pero a nosotros nos dejo triste lo extrañare mucho mucho no sabe cuanto ¡¡¡
Que gran dicha, bendición y privilegio haberte conocido Padre Madrid cuantas enseñanzas me dejaste sobre todo el aprender a amar a estas personas mas pobres, desprotegidas, olvidadas y no valoradas por la sociedad… gracias por los momentos que nos compartiste esas palabras y gestos tan sencillos, palabras tan profundas del alma y con tanto amor…. siempre vi en tu presencia y rostro a Jesús… amor, humanismo y acciones de testimonio en tu forma de vivir…. siempre vivirás en nuestros corazones de quienes te conocimos. Ahora imploramos tu ayuda y amor con la plena confianza que eres un hijo predilecto de Dios que estas a su lado y desde haya y ahora que todo lo estas conociendo y sabes como estamos nos seguirás dando gran ayuda..abrazos hasta el cielo….. la paz de Dios contigo por siempre…
Comments are closed.