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Sociedad y gobiernos somos corresponsables en la manera en que enfrentamos la pandemia. Cuidar la vida, la salud de uno mismo y de los demás es el primer principio de la convivencia humana.

José Andrés Guzmán Soto

“Soy un milagro de Dios”,

El Estoico

La noticia oficial de la Secretaría de Salud Federal, señala que suman 89 mil 171 personas muertas por COVID-19 en nuestro país en los 8 meses trascurridos desde el inicio de la pandemia.

Son casi 90 mil vidas perdidas a causa de esta enfermedad mortal; son 89 mil familias que han perdido a un ser querido con nombre y apellido; son 89 mil 171 historias llenas de esperanzas, ilusiones y futuros, truncadas por una enfermedad que sigue acabando con personas de todas las edades, de todos los niveles sociales y económicos, de todas las regiones de nuestro país.

Son miles de expresiones de dolor, de impotencia, de desesperación y de rabia al ver a sus seres queridos: papás, mamás, hermanos, hijos o familiares, enfermarse y morir, muchos de ellos en el hospital, otros en casa, porque no fueron atendidos en las clínicas o por falta de insumos médicos que no pudieron conseguir por falta de dinero.

¿Podrían haberse evitado tantas muertes? ¿Podrían haberse salvado muchas personas? ¿Quiénes son los corresponsables de estas miles y miles de personas muertas por esta enfermedad? ¿Hasta dónde hay responsabilidad de los mismos enfermos, de sus familias, de los gobiernos federal y estatal por la falta de una estrategia de prevención, o de la sociedad misma por no seguir los protocolos de sanidad?

Preguntas sin respuesta

Las respuestas a tales cuestionamientos no son fáciles porque se puede caer en el simplismo o en el fanatismo. Las respuestas son complejas porque entran en juego múltiples factores de carácter político, económico, social y hasta cultural, pero lo que si podemos afirmar es que tanto la sociedad como los gobiernos son corresponsables en la forma de enfrentar esta enfermedad, a través de las estrategias implementadas y de la forma de comunicar y convencer a la sociedad de seguir los protocolos de sanidad y ésta de cumplirlos a cabalidad.

Algo está fallando tanto en los gobiernos como en la sociedad, porque los resultados son muy negativos, al estar México entre los países con más muertes  por esta enfermedad.

Hemos perdido el respeto a esta enfermedad y está llegando a muchas familias que jamás imaginaron sufrir el dolor y la muerte por ésta pandemia.

Además, vivimos en “la sociedad del espectáculo”, donde para muchos individuos, las casi 90 mil muertes de personas por la enfermedad son parte de una película dramática de Netflix, donde se narra una pandemia en un país lejano y cuyas víctimas son parte de un espectáculo lejos de sus vidas. Tales individuos piensan que jamás les llegará a ellos la enfermedad, se sienten inmunes…Hasta que les llega y se ponen a despotricar contra todos hasta contra Dios, como si Él fuera culpable de su mal y no aceptan su responsabilidad.

Cada uno somos un milagro

No cabe la menor duda de que la vida de una persona es lo más valioso del universo; la vida humana es el gran milagro de Dios en su creación y el vivir es el mejor regalo de Dios para aquel que está en el mundo. Por ello cuidar la vida, la salud de uno mismo y de los demás es el primer principio de la convivencia humana; de ahí el respeto a la vida de los demás y el respeto a uno mismo como persona, porque si hay algo de inmenso valor en el mundo es la vida humana.

Por tanto, no podemos pasar por alto los miles de muertes de hermanos nuestros que pierden su vida a causa de esta enfermedad; Debemos ser corresponsables de esta situación y luchar juntos para que no haya tanta muerte por esta pandemia.

Cuidarnos a nosotros mismos, significa cuidar a los demás. Vivir nuestra vida con respeto y amor significa amar y respetar la vida de los demás.

@arquimedios_gdl

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