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Peripheria: Iglesia en Salida

Pbro. José Marcos Castellón Pérez

Pbro. J. Marcos Castellón

Del 26 al 28 de marzo del año en curso se celebrará en Asís, Italia, un evento internacional titulado “The Economy of Francesco”, organizado por la Santa Sede, y al que están convocados los jóvenes economistas, empresarios y estudiantes menores de 35 años que estén interesados en la economía de comunión, solidaria, más justa y sostenible. No se trata de una serie de ponencias ni clases para que los jóvenes asuman ya un modelo económico, sino la tarea es crear juntos, a través del diálogo abierto, un nuevo modelo económico de inspiración franciscana. El celebrarse en Asís indica ya una intención: que el modelo vivencial de una nueva, sana y “santa” economía, que respete la naturaleza y cuide de los últimos, esté puesto en San Francisco.

Aunque pueda parecer paradójico, el espíritu franciscano también tiene qué ver con la economía. Si nos remontamos a la historia, fueron los hermanos franciscanos los que crearon en el s. XV el primer Monte de Piedad, institución financiera sin fines de lucro, que después inspiró operaciones financieras de ayuda solidaria; las instituciones financieras son una necesidad real en la economía actual, pues en realidad esta no funciona sin bancos, pero pueden ser sin usura ni desfalcos, es decir, de inspiración franciscana. Por otra parte, un dato de suma importancia en la economía, y que seguramente se tendrá que profundizar, es la distinción que impuso San Francisco y sus hijos entre la posesión y el uso de los bienes materiales, aunque esto no quedó establecido ni de forma jurídica ni canónica. San Francisco no quería ninguna posesión personal ni comunitaria con la finalidad de vivir la pobreza evangélica, pero no podría vivir sin usar de las cosas, sin lo necesario para el sustento, aunque no fueran de su posesión. Así se introdujo la distinción entre poseer y usar, de este modo, podrían decir que como el caballo que come la avena sin poseerla, el franciscano debería de usar de las cosas sin que le pertenecieran.

La economía de mercado ha trastocado el principio de pobreza franciscana y ha producido, por la ley de la oferta y la demanda, muchas cosas para la posesión personal sin que se usen o sean incluso inútiles, generando en el corazón del “consumidor” una gran avaricia de poseer sin necesidad. Pero además, el valor económico de las cosas que se usan termina no siendo real u objetivo, sino establecido por la especulación del mercado. Por ejemplo, una casa con las mismas dimensiones, las mismas características y los mismos insumos de construcción, tiene un precio distinto (plusvalía) dependiendo del lugar en el que se encuentra, gracias a la especulación que genera la oferta y la demanda. Esta economía de mercado, si bien no ha producido la pobreza, ha agudizado la brecha entre ricos y pobres y, a estos últimos los ha centuplicado.

Un nuevo modelo económico de  inspiración franciscana debe vincularse más a las personas, a las relaciones humanas, a la gratuidad y la reciprocidad.

@arquimedios_gdl

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