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Sergio Padilla Moreno

Como suele ser tradición familiar, durante las  estas navideñas nos damos tiempo para reencontrarnos con alguna de las versiones del “Cuento de Navidad” (A Christmas Carol ), del británico Charles Dickens. Esto lo hacemos acudiendo a alguna de las magníficas películas que han surgido de esta obra o leyendo directamente el texto, el cual puede ser obtenido en versión libre a través de la siguiente página: https://biblioteca.org.ar/libros/656167.pd

La fuerza de esta obra radica en que, si bien nos sabemos la trama de memoria, es decir, cómo comienza, cómo se desarrolla y cómo termina, nos pueden reflejar o resonar cosas distintas según el momento que estemos viviendo de manera personal. En diciembre del año 2020 ya había hecho un acercamiento en este medio al personaje de Ebenezer Scrooge, donde planteaba que cada una y uno de nosotros podemos tener rasgos que nos identifican con el protagonista del cuento. https://arquimediosgdl.org.mx/en-que-me-parezco-a-ebenezer-scrooge/

El personaje que me llamó la atención y que me provocó especial resonancia este año es Fred, sobrino de Scrooge, hijo de su única hermana ya fallecida y a la que amó profundamente. Fred aparece por primera vez en el cuento la tarde de la víspera de Navidad cuando, como lo hace cada año, va a felicitar e invitar a su tío a la celebración en su casa, obteniendo por respuesta: «¡Bah! ¡Tonterías!». El diálogo se desenvuelve en tensión por la resistencia y ataques de Ebenezer frente a las convicciones de Fred sobre el significado de la Navidad. Seguramente, muchos de nosotros, ante una persona tan intransigente, terminaríamos por dejar enfriar nuestra energía vital y pasar al ataque, poniéndose al nivel de Scrooge, pero aquí es donde viene la parte que me llamó especialmente la atención, pues Fred, antes de terminar el encuentro con su tío dice:

«Lamento de todo corazón verte tan inflexible. Tú y yo no hemos tenido ninguna querella, al menos por mi parte; pero he hecho esta prueba en honor a la Navidad y mantendré el espíritu de la Navidad hasta el final. Así, pues, ¡Feliz Navidad, tío!».

viviendo en materia política, económica, religiosa, ideológica, etcétera, es muy fácil no dialogar o debatir con argumentos, sino que ante actitudes intransigentes se pase de las guerras verbales a la agresión física de diversos grados. Desgraciadamente, las redes sociales, especialmente Twitter, se han convertido en la arena donde los egos entran en confrontación de sordos y donde se ataca, se difama y se descali ca al que tiene posturas diferentes a las propias. En una de las escenas, Fred ciertamente critica a su tío delante de sus invitados a la cena navideña, pero finalmente concluye: «Puede que reniegue de la Navidad hasta que se muera, pero siempre tendrá mejor opinión si ve que voy de buen humor, año tras año, para decirle ¿cómo estás, tío Scrooge?».

El mensaje evangélico de Jesús de Nazaret pide “poner la otra mejilla” (Mateo 5, 39), algo que cuesta entender, pero creo que la actitud de Fred es una buena lección para ello.

El autor es académico del ITESO, Universidad Jesuita de Guadalajara – padilla@iteso.mx

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