Rebeca Ortega Camacho
Fue conocida como el “Niágara de México”, se caracterizaba por ser una región llena de vida, rica en flora y fauna importante punto turístico gracias a la cascada de aproximadamente de 27 metros de altura y 167 de ancho. Desde 1904, la cascada fue aprovechada para la planta hidroeléctrica que abastecería después a la fábrica textil, origen del asentamiento de El Salto. En este punto ya convergen las aguas residuales industriales y domésticas de la Zona Metropolitana de Guadalajara. La caída eleva los contaminantes para rociar las cabeceras municipales de El Salto y Juanacatlán donde –por esta situación– existe gran cantidad de enfermedad y muerte en la población.
El proyecto de El Salto de Juanacatlán de cascada a vertedor de presa (realizado en 2018), tiene el objetivo de aminorar las enfermedades que se contraen por las sustancias tóxicas dispersas por el aire (cáncer en la piel, garganta y en el organismo en general), señaló el Ingeniero Civil, Porfirio Ruvalcaba Barajas, con más de medio siglo de servicio que ha trabajado en el sector público, en cargos de planeación de obras hidráulicas y como consultor.
“Los vertedores de presa son los que el agua se desliza con una inclinación, tiene un amortiguador; quiere decir, que hay que rebajar la roca a base de martillo, hay que estar rebajando, rebajando, para que el agua no caiga en cascada, que caiga lentamente, por un lavadero. Cuando está cayendo el agua contaminada, el aire se lleva la contaminación del agua. Desde hace más de 30 ya debería de haberse hecho un proyecto como el que estoy presentando, no es una novedad, es una cosa necesaria”, dijo el entrevistado.
El Ingeniero Porfirio, mostró los planos topográficos elaborados al respecto, en entrevista con ArquiMedios. “Estoy partiendo de 10 metros del puente para estar rebajando una pendiente de .8:1. Para poder trabajar en seco, estoy proyectando un canal de desvío; el canal se puede hacer en cualquier tiempo, pero sería mejor que el canal ya estuviera hecho cuando ya pasara el temporal de lluvias, para mandar esa agua por el canal y ponerse a trabajar”.
Los trabajos podrían terminarse en más de un año y tiene un costo aproximado de entre 20 y 25 millones de pesos; aunque no es una solución de fondo para el problema de la contaminación, el ingeniero asegura que sí reduciría las afectaciones a la salud de las personas que viven en las poblaciones aledañas.
“Se tiene que quitar la roca para hacer la inclinación. El volumen acumulado será de 13,796.410 M3 y de ese corte va a haber rellenos; lo que hay que rellenar (Terraplén: Montón de tierra con que se rellena un hueco o que se levanta con un fin determinado) de acuerdo con el proyecto son 1,690.055 M3, imagínate la diferencia, quiere decir que va a salir mucho material para retirarlo”, dijo el Ingeniero Porfirio Ruvalcaba. La propuesta es parte de los proyectos de saneamiento en los que trabaja el experto, desde hace más de tres décadas.
Los problemas de contaminación en El Salto de Juanacatlán son derivados de los que tiene el Río Santiago. Hace 40 años comenzaron a detectarse altos niveles de contaminación por las descargas de aguas industriales y urbanas. La contaminación visible en la cascada proviene de aguas arriba, de municipios como El Salto, Ocotlán, Ixtlahuacán de los Membrillos y Poncitlán. Juanacatlán tiene su propia planta de tratamiento de aguas. Por el aspecto que presenta la cascada de 20 metros, nadie creería hoy que solía llamársele el “Niágara de México”, por su majestuosidad y belleza. Incluso, era un atractivo turístico a fines del siglo XIX y principios del XX.
