QUERIDA LUPITA:
La violencia extrema que estamos viviendo me invita a comprometerme en la educación para la paz. Con noticias como el asesinato de niños, mujeres, Sacerdotes… me quedo perpleja. No se trata ya de asesinatos entre delincuentes, sino que se está afectando a los más vulnerables, a personas inocentes.
Cómo podemos contribuir para revertir esta tendencia creciente de agresión.
María de La Paz V.
HERMANA MÍA, MARIPAZ:
Cuando menospreciamos la vida en la familia, cavamos la tumba de la sociedad entera.
La simiente de la violencia en el mundo es el desprecio por la vida humana. Ahí donde se desconoce el valor y la dignidad de la persona, se la descarta con maltrato y muerte.
Necesitamos recuperar la verdad sobre el ser humano y el sentido de su vida.
Hemos de recordar nuestro llamado esencial al amor. La sociedad actual ha dejado de practicar virtudes humanas y se ha sumergido en vicios. Hemos cambiado al Dios del amor por el dios del placer. Pensando cada uno solo en sí mismo, surge la egolatría, apartándonos así de nuestra razón de ser.
En hogares donde no se practica el amor, en donde los padres no se donan a sus hijos, se va cediendo lugar al descuido y al maltrato. Se fragua así un ambiente perfecto para el resentimiento y el dolor emocional agudo, que lleva a tantos a provocar más dolor. Con un corazón lleno de amargura, la persona sufre y no sabe cómo aliviar su sufrimiento. Solo el amor puede restaurarla, sin él, muy probablemente hará daño a otros.

Estas acciones concretas pueden transformar nuestra realidad de
forma muy positiva:
1.- Hagamos de nuestro hogar un sitio libre de violencia. Debemos convencernos de que los golpes afectan el desarrollo saludable del cerebro.
2.- No gritos. Cultivemos el arte de resolver los conflictos hablando y sin
ofender.
3.- Palabras de aprecio y solidaridad entre hermanos. No permitamos
las groserías y los sobrenombres burlones en casa.
4.- Elegir los mejores contenidos en los diversos medios de comunicación.
Tener una dieta saludable de consumo de pantallas.
5.- Acudamos a los eventos de la Iglesia que nos dan herramientas para
ser mejores padres de familia. Retiros espirituales, congresos, cruzadas matrimoniales y juveniles, etc.
6.- Urjamos a nuestras autoridades para que implementen medidas
de protección a la ciudadanía.
Así como se aprende la conducta violenta, se aprende la paz. ¡Seamos
portadores de paz!
