Francisco Josué Navarro Godínez,
2° de Filosofía
El Emmanuel, Dios-con-nosotros ha nacido, el Verbo se hizo hombre y no bastándole esto quiso dejarnos el memorial de su pasión; sigue cumpliendo, pues, su promesa al estar presente entre nosotros en la sencillez del Pan y del Vino transubstanciados en su sacro Cuerpo y preciosa Sangre, y ante este misterio no nos queda más que reconocer la grandeza y el amor de Dios.
El Venerable Cardenal Văn Thuận escribía: «El sagrario más hermoso, la custodia más brillante, el templo más majestuoso es el sacerdote. Se puede derribar todas las iglesias del mundo, pero si sobrevive un sacerdote, se celebrará la Eucaristía y Cristo volverá a hacerse físicamente presente».
Es por eso que sería imposible entender que el sacerdote no sea un loco enamorado de Jesús Eucaristía, pues él es instrumento por el cual el mismo Cristo se hace presente, es el primer testigo de tan sublime misterio.
Si nosotros seminaristas hemos sido llamados para estar con el Maestro, es preciso que nos reunamos con él no sólo en la celebración de la Santa Misa, la Reconciliación o el rezo de la Liturgia de las Horas, sino en adoración constante, para alabarlo, agradecerle, contarle nuestros problemas, reanimarnos y sentir su paz, por eso cada semana destinamos una hora para ponernos en la presencia del Santísimo Sacramento y una vez al mes para realizar una vigilia de adoración comenzando a las 10 de la noche y concluyendo con la bendición solemne a las 6 de la mañana.
Estar con Jesús
Pasar tiempo con Jesús Sacramentado es genial, allí en el silencio, donde las palabras están de más, donde los problemas del día se esfuman, donde no nos queda más que estar, ¡sí, sólo estar! dejándonos envolver por su amor infinito. Allí frente a nosotros se encuentra el mismo Dios, aunque oculto en el trigo, el Todo se ve contenido en el Pan, esperando como buen amigo, que platiquemos con él.
Durante la Vigilia del pasado 12 de diciembre, donde 36 seminaristas recibieron el distintivo de la Adoración Nocturna Mexicana incorporándose al nutrido grupo de 115 miembros de nuestro Seminario, veía a uno de nuestros más venerables formadores, Mons.
Úrsulo Flores quien a su avanzada edad (83 años) se mantenía arrodillado ante Jesús Eucaristía y yo pensaba, ¿qué es lo que lleva a este sacerdote a hacer un esfuerzo por realizar este gesto de adoración? y entonces venía a mi mente la respuesta, el saber reconocer la grandeza de Quien le llamó y su pequeñez, el ser consciente de que a Él le debe todo cuanto es, el saberse amigo y también servidor fiel de un Señor que no se deja ganar en generosidad. Cuán motivante es el ejemplo del Padre Úrsulo y, seguro estoy, de tantos hermanos y hermanas que han sabido ver con claridad lo valioso de pasar tiempo y poner en práctica lo que nos enseña el Señor.
No olvidemos, querido lector, las palabras del Venerable Cardenal Văn Thuận pues hacen referencia también a cada uno de nosotros, pues como sacerdotes (bautismales) debemos ser sagrarios, custodias, templos donde esté presente Cristo, nuestra vida debe ser una continua eucaristía (acción de gracias).
Otro tipo de amor
Alguna vez me preguntaron, ¿por qué preferiste el Seminario a tener una novia? a lo que contesté: no cambiaría un beso (que es bellísimo) por un momento ante el Santísimo (que es excelso), dedicar mi vida a una persona a dedicarla a Dios y al servicio de muchos.
Estar ante la presencia de Jesús Sacramentado es lo mejor que puede suceder, cuando tu mundo se viene abajo, cuando tienes un mal día, cuando nadie te comprende ¡ni tú mismo!, cuando nadie te agradece, cuando necesitas un amigo, Él allí estará, para escucharte, hablarte, sanarte y concederte lo que más necesites… o cuando sólo quieras alabarlo y experimentar su amor. Pero, ¿quieres saber cómo es vivir ese momento? Yo no lo puedo escribir pues las palabras resultan insuficientes, ¡mejor ve y experiméntalo tú mismo!