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V      DOMINGO

La Palabra de Dios transforma y envía

Pbro. J. Jesús Suárez Arellano

¿QUÉ NOS DICE DIOS EN ESTE DOMINGO?

Isaías 6, 1-8: Isaías tuvo una sobrecogedora visión en el templo: contempló a Dios, el Santo y el Rey del Universo, rodeado de su gloria… Sus Labios fueron purificados con un tizón ardiente… (Con)movido por esta experiencia, aceptó convertirse en un enviado (profeta) de Dios…

Salmo 137: Te doy gracias, Señor, canto para ti, por tu amor y tu verdad… Cuando te invoqué me respondiste y aumentaste mi fuerza… Todos te alabarán cuando escuchen tus palabras… Continúa salvándome, tu amor es eterno, permanece conmigo…

1 Corintios 15, 1-11: Pablo pide a los Corintios (y a nosotros) que recordemos íntegramente el mensaje de salvación que se nos ha anunciado… Y que dejemos que la gracia de Dios actúe en nosotros de la misma forma que actúo en él que, a pesar de haber sido un perseguidor de la Iglesia, fue llamado a ser apóstol y trabajó incansablemente sostenido por la gracia de Cristo, el resucitado…

Lucas 5, 1-11: Pedro y sus compañeros eran pescadores expertos… Jesús, que anunciaba la palabra de Dios, después de la sorpresiva pesca milagrosa, los llama para ser expertos pescadores de hombres… Ellos dejaron todo para seguirlo…

REFLEXIONEMOS JUNTOS:

[Hay un elemento común a las lecturas de este día: diferentes personas – Isaías, el salmista, Pablo, Pedro – experimentan su pequeñez e indignidad ante la majestad y santidad de Dios que los purifica/perdona/fortalece y envía a hablar y salvar en su nombre.

La vocación de los primeros discípulos es narrada por los cuatro evangelistas: Jn 1, 35-51; Mt 1, 16-22; Mc 1, 16-20.  Obviamente que cada uno con sus acentos y particularidades propios.  En Mt y Mc, aparecen dos parejas de hermanos: Simón y Andrés y Santiago y Juan.  En Jn, Jesús llama de forma personal y directa a más discípulos.  Sería bueno leer y comparar los diferentes textos y compararlos.

(Recordemos que a los evangelistas les interesa más el mensaje de Jesús y el significado de los acontecimientos que el rigor histórico.  Porque los evangelios más que biografías de Jesús son un conjunto de testimonios de las personas que se encontraron con él, que le creyeron en sus predicaciones, se impresionaron por sus señales milagrosas y lo siguieron incorporándose al grupo de sus seguidores para vivir su estilo de vida.  Algunos – como los setenta y dos, algunas mujeres y los doce – de forma itinerante, dejando atrás casa y propiedades, amistades y familiares, sus antiguos oficios y trabajos y hasta su identidad y honorabilidad.  Estos últimos forman con Jesús una nueva familia que va construyendo el reino de su Abbá misericordioso mediante el servicio a todos…)

Entre el evangelio del domingo pasado y el de hoy nos saltamos la predicación de Jesús en Cafarnaúm, la liberación de un endemoniado, la curación de la suegra de Pedro y de otros enfermos.  Hoy comenzamos con una escena en la que Jesús aparece anunciando la Palabra de Dios ante una multitud que se agolpa para escucharlo…

Lee varias veces el texto de Lucas para notar los toques propios y diferentes, por ejemplo:

•      Hace más comprensible el seguimiento de los discípulos que ya lo conocían,

•      Sólo habla de la vocación de Pedro realzando su figura, como lo hace a lo largo de su evangelio,

•      Subraya la importancia de Jesús como Maestro Santo que busca colaboradores que continúen su misión, enseña con autoridad, provoca la toma de consciencia de la propia indignidad,

•      Etc.

También sería bueno que compararas las vocaciones de Isaías (primera lectura) y la de Pedro (evangelio) para encontrar semejanzas y deferencias.  Por ejemplo:

•      El escenario: Isaías es llamado en el espacio sagrado del templo.  Pedro en el espacio del trabajo y del encuentro humano santificado por la presencia de Jesús.

•      El que llama: en Isaías es Dios majestuoso y santo.  Con Pedro es un Maestro que reúne multitudes y consigue una pesca inesperada.

•      La reacción del llamado: ambos se sienten indignos, pequeños y pecadores necesitados de purificación y salvación.  Y, luego, están disponibles para la misión.

•      Preparación del enviado: Isaías es purificado con fuego.  Pedro deja todo para seguir el estilo de Jesús.

•      Misión: Isaías transmitirá un duro mensaje ante el cual el pueblo endurecerá su corazón y cerrará sus ojos.  Pedro será pescador como Jesús que dominaba las aguas turbulentas y rescataba los peces.

Un detalle simbólico importante es abundancia de la pesca que significa exuberancia de la salvación ofrecida por el Reino en contraposición a la vida triste y pobre sin Dios.

También es importante notar que Jesús no llama sólo para llevar un “recado” sino para ser pescadores, es decir salvadores… Esto tiene un significado muy profundo que podría pasarnos desapercibido.  Veamos: si bien es verdad que el agua de los manantiales y de los pozos es entendido como vida en la Biblia, las aguas caudalosas simbolizan el caos, el pecado y la oposición a Dios… Por eso, pescar es sinónimo de rescatar.

Conclusiones:

•      Dios no nos elige por nuestros méritos, aptitudes o cualidades ya que no actuaremos por nosotros mismos sino con la fuerza de Dios.

•      Nuestros enemigos no son otros pueblos, religiones o personas sino el pecado.  Por lo tanto, un pecador no es un enemigo sino una víctima a quien tengo que “pescar”/rescatar, cuidar y ayudar a sanar.

¿Cómo ilumina esta reflexión mi misión personal en la iglesia de Jesús?]

En las lecturas de este día, se nos narran tres relatos vocacionales: el de Isaías, el de Pablo y el de los primeros discípulos, principalmente Pedro… Dios los hace sus enviados, anunciadores de su doctrina y pescadores de seres humanos…

Dios nos llama nuevamente a que escuchemos la Palabra, a que la meditemos, a dejarla que nos transforme desde dentro para que, finalmente, la podamos anunciar como un servicio a los demás…

¿Yo escucho desde mis necesidades y con atención la Palabra? ¿Medito la Palabra de Dios? ¿La anuncio? ¿Siento que Dios me da una tarea para toda la vida y para cada día?

Sin duda que la Palabra es poderosa, pero aumenta su eficacia cuando la escuchamos con “hambre”… Por ejemplo, en el evangelio de hoy, vemos a Jesús predicando y a la gente “apiñándose” a su alrededor porque querían escuchar de cerca y atentamente la palabra de Dios, por eso el Maestro tiene que subirse a una Barca y hablarles desde ahí… Descubramos si nosotros hoy sentimos esa necesidad de escucharlo. Por ejemplo, la Palabra que es proclamada en las misas dominicales, ¿tiene sentido para mí? ¿Ilumina mi vida? ¿Me sirve para resolver situaciones concretas durante la semana? ¿Me ayuda a percibir mis problemas y tareas cotidianas desde otra perspectiva? ¿Me es útil para aconsejar y formar a otros con ella?

Hay un detalle que llama la atención en las tres narraciones que escuchamos: antes de que Dios encomiende una tarea a alguien, éste debe reconocer sus limitaciones. Isaías se siente de labios impuros; Pablo se sabe un perseguidor; Simón Pedro y sus compañeros se confiesan pecadores… Sólo después de este acto de humildad Dios los llama y los envía… El Señor necesita que reconozcamos nuestros límites para que él pueda ensancharlos… ¿Soy orgulloso o humilde ante Dios?

Además de reconocer nuestros límites y flaquezas hemos de entregar el control de nuestra vida y acciones a Dios. Veamos el caso de Simón Pedro: él era un pescador experimentado y Jesús, obviamente, no lo era, podría parecer un atrevimiento el que Jesús, siendo un artesano, le dé órdenes a Pedro, que era pescador, en lo que es su especialidad… Pero Jesús demuestra saber más de nuestros oficios y de nuestra vida, incluso más que nosotros mismos… A veces pensamos que nuestra vida es sólo nuestra y que ni Dios se puede meter en ella… Pedro tuvo que rendir su inteligencia y su voluntad ante la de Jesús… ¿Estoy dispuesto a que Dios “controle” todas mis actividades y toda mi vida?

Por último, consideremos que para estar dispuestos a obedecer al Señor hemos de ser personas profundamente reflexivas… Jesús le pide a Simón que se adentre en el lago… Nosotros también hemos de “adentrarnos” más, tanto en su doctrina como en nuestra vida… Para ser sus enviados (sus profetas y apóstoles) no podemos quedarnos en la superficie ni la orilla… hemos de dejarnos guiar por él y arriesgarnos más hondamente… ¿Estoy dispuesto a llegar a lo profundo de mi vida y de mi fe?

TE PROPONEMOS LOS SIGUIENTES EJERCICIOS PARA QUE TE ENCUENTRES CON DIOS DURANTE LA SEMANA:

1.     Para comenzar, te proponemos que hagas una revisión de tu relación con la palabra de Dios…

¿Amo la Palabra? ¿La leo? ¿La comprendo? ¿La comparto?

¿Qué puedo hacer para que la Palabra sea más valorada por mí?

¿Escucho la Palabra como si estuviera “anestesiado” o dejo que me impacte?

¿Estoy dispuesto a escuchar la Palabra y a que ella me transforme? ¿En qué concretamente? Ante algunas situaciones concretas en mi vida, ¿siento “ganas” de escuchar y entender la palabra de Dios?

¿Qué tanto anuncio la palabra de Dios? ¿En dónde y a quiénes?

2.     Piensa en 10 personas con las que convives… reflexiona sobre qué parte de la Biblia les ayudaría en algunas situaciones que están viviendo cada una de ellas… ¿Te atreves a predicarles con esos textos para iluminar su vida concreta?

3.     Recuerda algunas ocasiones en que has estado con mayor apertura para escuchar y aplicar la Palabra en tu vida… ¿Qué estaba aconteciéndote? ¿Cómo la aplicaste?

4.     Durante esta semana, en tu oración, pide a Dios la gracia de valorar su palabra cada día más y de dejarte iluminar y cambiar por ella… También dile al Señor que estás disponible, desde tu debilidad, para anunciar y pescar en su nombre…

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